1 abril, 2011

Joaquín Torres García – UNTREF

Por Laura Feinsilber

Desde 2002, fecha de creación del Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), se desarrolla una importante curaduría de investigación que, en una zona alejada de los centros de exposición, ha permitido el conocimiento de importantes artistas, entre ellos, Gorriarena, Urruchúa, Heredia, Puente, Picasso, Berni, Seoane.

Actualmente es el momento de un artista clave, Joaquín Torres García (Montevideo,1874-1949), fundador en 1944 del famoso Taller que llevará su nombre, una institución mítica en la historia del arte latinoamericano.

Fue un artista que vivió en la cresta de la ola de los movimientos trascendentales cuando en París y con Michel Seuphor dirigía a principios de los años 30, la polémica revista “Cercle et Carré”; también está junto a Mondrian, Arp, Vantongerloo, Van Doesburg y las experiencias se llamarán Arte Concreto, Neoplasticismo, Constructivismo, Suprematismo.

Estos vínculos con el arte europeo significaron prestigio y fueron muy importantes para el éxito de su postulado El Universalismo Constructivo, en el que va a apostar por una nueva cosmovisión a todos esos trabajos basados en los principios del equilibrio, de la armonía, del número.

Dividida en dos núcleos, se contó con la colaboración de importantes colecciones públicas y privadas del Uruguay y de la Argentina, además de constituir un homenaje a Mario Gradowczyk, colaborador del área de Arte y Cultura de la Universidad apasionado coleccionista y estudioso de la obra de Torres sobre el que escribió importantes artículos, entre ellos, “Simetría y Simbolismo”, el libro “Joaquín Torres García” (1985) y “Torres García: utopía y trasgresión”, (2007) una visión más abarcadora sobre el maestro.

Uno de los núcleos se titula “La Ciudad y los signos”, relato curatorial a cargo del historiador del arte uruguayo Gabriel Peluffo Linari. Compuesto por 54 obras, tinta, acuarela, lápiz sobre papel, lápiz sobre cartón , óleos sobre papel y sobre tabla además de objetos de madera conforman diversas miradas a la ciudad de Barcelona, Bilbao, Nueva York, París, Montevideo de un “artista errante”, no sólo por su deambular a través de países y ciudades sino por su constante búsqueda de verdades inconmovibles.

Muchas de estas obras responden a sus ideas acerca de las motivaciones de su tiempo: “Un cuadro ideal es aquel en el que se vean las ideas de las cosas…la calma, las gentes paseando por la calle como si hicieran algo extraordinario..”

Se siente la dinámica de los paisajes urbanos realizados en Nueva York. “ New York es mi ciudad-por esto, ahora, soy inmensamente rico-millones de imágenes soñadas y deseadas-millones de cosas que apetece la inteligencia- Mi ciudad- la ciudad más ciudad”. (Transcripción de un fragmento de los papeles inéditos de Torres García, “Visión de Nueva York”).También están los realizados en París entre 1927 y 1930 así como importantes ejemplos del Arte Constructivo después de su arribo a Montevideo en 1934 donde se considera que consolidaría su ideario artístico y filosófico.

Hacia 1942 comienza su trabajo sobre la base de tres colores primarios más el blanco y el negro, por ejemplo: “Constructivo con calle y pez”(1946) aquí expuesto. Un período en el que incorpora el paisaje urbano a los cánones del Constructivismo.

Otra joya de la muestra es la tinta y acuarela sobre papel “Proyecto de Monumento Cósmico” (c.1941), un mural para el Parque Rodó en Montevideo en cuya parte superior hay un cubo que simboliza la sabiduría, la verdad, solidez y permanencia, una esfera: la perfección, la totalidad, una pirámide: acción creadora por su forma ascensional.

Hay símbolos recurrentes en su obra: la flecha, el pez, el cuadrante del reloj, letras, las figuras del hombre y la mujer, la luna, la balanza, la escalera, simbología que nos conecta con el mundo ideal y cósmico, con el sentido universal de la vida, el amor, la unidad.

Laura Malossetti Costa es la curadora del segundo núcleo: “Norte en el Sur, el legado de Torres García”, 22 obras realizadas a partir de los años 500, después de la muerte de JTG por discípulos que se formaron junto a él , cuyos caminos se bifurcaron pero que conservaron la mística acerca de la visión transformadora del artista y su responsabilidad social. Manolita Piña de Torres, su esposa, Gonzalo Fonseca, Héctor Ragni, Francisco Matto José Gurvich, Walter Deliotti, Augusto y Horacio Torres, Manuel Pailos, Sergio de Castro, Amalia Nieto, Julio Alpuy, Alceu Ribeiro y los argentinos, Alberto Delmonte, Adolfo Nigro.

Este núcleo responde a ese famoso mapa invertido, gestado en 1935, afirmación de nuestra identidad cultural: “Estamos en Sudamérica, hemos vuelto el mapa al revés, que nuestro Norte es el Sur, que estamos arriba y no abajo según los mapas corrientes, que aquí solos vamos a resolver nuestro problema del arte…”. JTG estaba convencido que en el nuevo continente era posible una inversión radical, un arte metafísico, anónimo, monumental, popular, del cual su obra sería el primer ejemplo

Textos de Diana Wechsler, Norberto Griffa y Pablo Yacovkis, Edgard Sullivan y Jacqueline Lacasa en el excelente catálogo contribuyen a la comprensión de la obra de un ser, según Manolita Piña, “complicado, apasionado, cascarrabias, reflexivo, mesiánico, un artista cuando hablaba, escuchaba, corregía a sus discípulos y cortaba el pan sobre la mesa”.

Publicado en Ambito Financiero