24 julio, 2017

Como un destello

Por Laura Feinsilber

Cristina Blanco, curadora de la muestra “Como un Destello” que se exhibe en la Casa Nacional del Bicentenario, convocó a 22 artistas para desarrollar con mirada contemporánea “la dialéctica luz-oscuridad”, presente desde los inicios de la representación pictórica.

En el primer y segundo piso de la institución, el espectador va a atravesar oscuridades y luminosidades acompañado, en muchos casos, de efectos sonoros, generalmente perturbadores provenientes de diferentes ámbitos.

Los artistas convocados apelaron a diversas técnicas, fotografías, instalaciones, videos, técnicas mixtas, dibujos, para encarar en algunos casos, una crítica hacia el exceso de luminosidad, metafóricamente hablando, al también exceso de imágenes que nos invade.

En el primer piso destacamos “Sin lugar para esconderse” de Ali Chen: una especie de nube de papel iluminada desde su interior y una pequeña figura que intenta penetrar en ella parece suspendida en la más profunda oscuridad. La obra tiene carácter hipnótico..

Ana Gallardo, siempre comprometida con un tema como el de la vejez que ya ha tratado en otras oportunidades presenta “Mariani” video performance perteneciente a su Proyecto Escuela de Envejecer: la artista junto a una persona no vidente toma ese rol y juntas hacen arte. Alfio Demestre enfatiza lo ritual a través de una máscara que parece emerger de la oscuridad y es precisamente la iluminación lo que le da carácter espectral enfatizado por un tondo lumínico con sombras que giran.

Andrés Pasinovich , realizó un video monocanal de unos vitrales pertenecientes a una capilla de Tigre a los que obturó con pintura negra, trastocando precisamente su razón de ser.

“Léxico familiar” es una instalación de una blancura enceguecedora, fragmentos escultóricos atravesados o enmarcados por varillas de metal color bronce de Verónica Romano.

Rosalba Mirabella y su ”Tres deseos” es una excelente instalación: unas varas en hierro en círculo coronadas por unas pequeñas figuritas iluminadas intermitentemente en una densa oscuridad , también de carácter ritual.

Las misteriosas fotografías de Ignacio Iasparra con su habitual efecto de contraluz, los dibujos con humo de vela de Pablo Lapadula, los trabajos en grafito realizados in situ en una suerte de nebulosa atmosférica de Matías Ercole confirman una vez más el lugar destacado que ocupan en nuestro panorama plástico actual.

En el segundo piso nos interesaron “Paisaje morfina” de José Luis Landet que sigue desarrollando, con algunas variantes, la saga que exhibió en Fundación Klemm en Abril de este año con cuadros de pintores desconocidos , algunos obturados con pintura negra, los bustos de Karl Marx en un laberinto de bastidores.

Un video de Florencia Rodríguez Giles es el registro de una performance con mujeres enmascaradas que desarrollan su destreza física, caminan lentamente, se desplazan en una zona de la ciudad, obra que no conectamos con el proyecto curatorial. Hay un conjunto de lápidas con graffiti de Carlos Huffman, autor también de la obra de la planta baja, un gran círculo con los colores del arco iris, como un gran opuesto al propósito de la muestra.

Dolores Cáceres nos sumerge en la luminosidad de unos tubos de neón que acompañan antónimos: natural-artificial, culpable-inocente, libre-esclavo, patria-muerte.

El desplazamiento por zonas tan sombrías está salpicado algunas veces por un destello luminoso que devuelve cierta esperanza en el mundo oscuro que nos toca vivir.

Publicado en Ambito Financiero