Año 2006
Atractivo panorama de artes cerámico y textil
En el Palais de Glace se acaban de inaugurar las exposiciones de las disciplinas Arte Cerámico y Arte Textil correspondientes al Salón Nacional de Artes Visuales 2005. En la primera, que ocupa la planta baja, se exhiben 39 obras aceptadas por el jurado que otorgó el Gran Premio Adquisición a Mireya Baglietto, artista de destacada actuación en esta disciplina que abandonó para dedicarse a investigaciones y performances de carácter lúdico – conceptuales como por ejemplo la serie titulada “La Nube”. La obra “Planeta Alterno” combina una antigua cerámica de su autoría que la artista instala en un prisma entre espejos en los que se reflejan sus fragmentos, resinificando así su propia obra.
Dora Isdatne, una gran renovadora del lenguaje cerámico, obtuvo el Primer Premio Adquisición por “Erizo” (2005), perteneciente a su serie “Zoomorfismo” formas puntiagudas amenazantes de gran ejecución formal en cerámica esmaltada. El Segundo Premio fue para Alejandra Bernardi por “Triada II”, alfarería, esmaltes reducción, obra alejada de toda sofisticación y en la que se enaltece el carácter milenario de la cerámica.
Destacamos la Mención de Honor “Sin Título” (2005), una pieza muy elaborada y atractiva con placas de cerámica cosidas a la tela, engobes, óxidos, esmaltes personales. Entre las no premiadas, es excelente el conjunto “Síntesis I, II, III” de IM Kiong Woo, a la manera de maquetas de ciudades de ominoso futuro. Vivian Magis, cerámica, óxidos y pigmentos, retrata a Charly García en “Ya está todo dicho”, Graciela Borthwick retrata a “Una fan de Boca”, una lástima que esta pieza no haya sido iluminada correctamente para apreciar sus colores y la ductilidad de las formas, “Lo máximo es lo mínimo” de Héctor Alves, un panel con alrededor de 70 pequeñas piezas acomodadas como restos arqueológicos, “Peces en la red”, raku de Beatriz Orozco y las planchas de gres de Silvia Cardone para “Sueños del ayer…” están entre lo más destacado del conjunto expuesto.
En el piso superior se encuentran las 29 obras aceptadas de la disciplina Arte Textil y el Gran Premio Adquisición le fue otorgado a Antoinette Galland. De origen suizo, nacida en Uruguay, cursó sus estudios en Buenos Aires y gran parte de su formación la realizó en Europa pero su admiración se vuelca a la extraordinaria cultura textil sudamericana que está presente en su memoria. De sus últimos trabajos recordamos “A partir de un nudo” que remite a una cascada que se bifurca de imponente presencia y sus “Columnas para un templo desconocido” una alusión al soporte que pueden otorgarle a las esperanzas de armonía y paz en un mundo convulsionado.
En la obra premiada, “¿Quién hiere a quién?”, Galland utiliza, como en las obras mencionadas, fibras vegetales, cáñamos, sisales, tejido alto liso, y más allá de su excelencia técnica en la que se conjuga lo escultórico, está presente la idea de la destrucción que el hombre inflige a la naturaleza. Silvia Millet se hizo acreedora del Primer Premio Adquisición por “Pancartas que dicen”, desteñido sobre el tejido wichi, una técnica primitiva y humilde en la que está tejida la inscripción “Denos algo”. Anabella D’Alessandro utiliza literalmente un impermeable de plástico transparente en el que incluyó pequeñas figuras en lienzo en distintas posiciones, de dramático efecto, obra que obtuvo el Segundo premio.
Es de destacar la Mención Especial del Jurado a Natasha Jurberg. De gran sutileza el rollo que se abre o cierra como los bíblicos y en el que se despliega una tela cuyo refinado dibujo de escenas cotidianas se compone de una delgada puntada. La obra de Flora Sutton en fibra de metal es una verdadera escultura aérea; es interesante “Entre- tramas”, un ingenioso tejido de etiquetas de gaseosas de Daniel Oberti, el también ingenioso y hasta lujoso tejido al crochet con botellas de plástico “Inclusión- exclusión” de María Fernanda Ruiz y “Perdona nuestros pecados”, ostentosas y recamadas telas para alforjas que asociamos con “El Mercader de Venecia”.
Esta exposición clausura el 10 de febrero cumpliéndose así el cronograma del Salón Nacional cuya revisión crítica y reformas fueron iniciadas en 2033 por Patricio Lóizaga, director del Palacio Nacional de las Artes recientemente fallecido, en colaboración con las distintas agrupaciones que nuclean a nuestros artistas.
Publicado en Ámbito Financiero 27/1/06
Primera antología de Gego inaugura el Malba
Después de haber sido exhibida en el Museo de Bellas Artes de Houston (MFAH), a partir del 15 de marzo llega al Malba la muestra “Gego, entre la transparencia y lo invisible”. Gego es el nombre artístico de Gertrude Godschimdt (Hamburgo, 1912- Caracas 1994), cuya familia emigró a Venezuela en 1939 cuando la guerra se cernía sobre Europa.
Arquitecta, graduada en Stuttgart, se distinguió como educadora y como una artista cuyos dibujos y obras tridimensionales llamaron la atención en su país de adopción. En 1952, se casó con Gert Leufert, figura prominente del movimiento geométrico de Venezuela, y en el curso de la década, Gego consolidó su carrera al realizar su primera muestra individual en Caracas en 1958.
Según el ensayo “Para leer a Gego entre la línea”, de Mari Carmen Ramírez, curadora de Arte Latinoamericano del MFAH y de la presente muestra “la línea de Gego no es un trazo escueto, se va transformando orgánicamente para convertirse en materia sutil o en un volumen distintivo de un espacio a ser insinuado”.
Gego actuó simultánea e independientemente de los movimientos vanguardistas como el Cinetismo venezolano, el Minimalismo norteamericano y el Neoconcretismo brasileño, movimientos dominantes que la relegaron a un papel secundario, de allí la importancia de hacerla conocer como una creadora original.
Sus obras son difíciles de encasillar y abordar, pero lo que importa es admirar su fluir, su levedad e inmaterialidad, así como la fugacidad, por ello y para recorrer esta muestra, debe tenerse en cuenta lo que señaló en una ocasión: “A mí no me interesa la anécdota, pero sí los problemas de la forma y el espacio”.
Las obras escultóricas en tiras de láminas de metal remiten al constructivismo, presentan curvas y torsiones, que más adelante, transformará en planos intersectados y que en general se vinculan con sus dibujos.
Entre otras series, “Las Reticuláreas” (Redes y Mallas), están consideradas como uno de sus mayores aportes en cuanto al concepto del espacio en al arte de la contemporaneidad. Una de estas obras se encuentra en la Galería Nacional de Caracas y se asemeja a una tela de araña realizada con alambres. El concepto es convertir esta malla en un espacio en sí mismo en el que el espectador penetra, se identifica con lo que percibe, nada se mueve, excepto las redes que cuelgan precariamente y carecen de peso.
“Troncos” son formas cilíndricas, verticales, compuestas de mallas triangulares que se elevan; “Mallas”, “Chorros”, “Bichos” son otros proyectos que se asemejan a elementos naturales y que provocan la ilusión óptica del movimiento, Aunque no hay evidencia de que Gego haya tenido contacto con Jean Tinguely u otros artistas de su generación, hay afinidades, por ejemplo, con su obra y con la de las brasileñas Mira Schendel y Lgya Clark. Sus “Dibujos sin papel”, junto a las sobras que proyectan sobre la pared, cuestionan sutilmente al plano, a la línea, el medio, los fondos y hasta la representación.
En sus últimos años, su artritis le impedía manipular alambre lo que la llevó a realizar su serie “Tejeduras”: tejía con papel, finas tiras de sus grabados, de revistas ilustradas y el papel dorado de las cajas de cigarrillos, un elemento cotidiano ya que era una fumadora empedernida.
Iris Peruga, otra especialista en el arte de Gego, curadora en el 2000 de la más importante retrospectiva de su obra realizada en el Museo de Bellas Artes de Caracas, se pregunta por qué su obra ha pasado inadvertida para gran parte del público. 2Quizás por habérsela considerado de menor nivel que la de los creadores del Cinetismo, además de ser, éste, un universo de hombres”. Pero la importancia de Gego radica en la diferencia y fue precisamente en Venezuela donde pudo producir una obra tan libre y personal.
Esta exposición que consta de más de 100 trabajos procedentes de colecciones públicas y privadas, es la primera antológica de la artista en la Argentina y debe recordarse que el Malba presentó a Gego por primera vez en el contexto de la muestra “Geometría. Obras de la Colección Cisneros” en 2003. La exposición que cierra el 15 de mayo será exhibida posteriormente en The Drawing Center (Nueva York) entre octubre y diciembre. El catálogo bilingüe español- inglés, está coproducido por el Malba y MFAH con 120 reproducciones color, ensayos de Mari Carmen Ramírez, Robert Storr y Catherine de Zeghers, fotos documentales, así como la cronología biográfica artística.
Publicado en Ámbito Financiero 3/3/06
Vanguardias rusas: arte transformador
La exposición “Vanguardias rusas”, que se exhibe hasta el 14 de mayo en el Museo Thyssen- Bornemisza de Madrid es una buena oportunidad para recordar la diversidad de tendencias, contenidos y estilos que se encuadran dentro del experimento cultural que ellas suscitaron. El período que abarca se sitúa entre 1907 y aproximadamente 1930, un período para Rusia y lo que se convertiría en la Unión Soviética de gran convulsión política y cultural en el que la vida artística fue sacudida por cientos de exposiciones de grupo así como de manifiestos que han atraído la atención de los historiadores durante las últimas tres décadas.
Más de 280 piezas entre pinturas, esculturas, fotografías, carteles, cubiertas de libros, tejidos, cerámicas provenientes del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, la Galería Tretiakov, museos provinciales, el Centro Pompidou de París y el IVAM de Valencia que ha prestado su colección de fotografía del siglo XX, así como colecciones privadas.
La exposición, curada por Tomás Llorens con el asesoramiento de un comité científico integrado por, entre otros, John Bowlt, Evgenia Petrova y Ekaterina Selezneva, está dividida en cinco secciones. “La lección de los Bárbaros” se centra en los años 1907- 1912, un período en el que los artistas de vanguardia se movieron por el sueño de una nueva cultura rusa revitalizada por el ejemplo de una gran variedad de tradiciones populares o “primitivas”. Hay obras dedicadas a la imagen de una Rusia imaginaria, realizadas por Kandinsky y Jawlensky desde Múnich así como de Goncharova, Larionov y obras primeras de Malevich, por nombrar a los más conocidos.
“Un torbellino de energía” muestra las innovaciones formales del período 1912- 1915. La teoría del “rayonismo” se articula en torno a la autonomía de los medios pictóricos, el cuadro es algo que desaparece, que da la sensación de estar más allá del tiempo y del espacio, Larionov escribe que “hace nacer la sensación de lo que se podría llamar la cuarta dimensión”, reflexiones afines a los escritos de 1911 de “Lo espiritual en el arte” de Kandinsky. En cuanto a los futuristas rusos que preferían llamarse “cubo- futuristas”, oscilaban entre implosión o autoinmolación y explosión y autopromoción, es decir, eran impetuosos, intransigentes, conflictivos.
“Experimentos individuales” presenta la investigación artística llevada a cabo por artistas individuales que prefirieron trabajar al margen de formaciones colectivas y de las cambiantes asociaciones de artistas de la época. Está dedicada a Chagall, Kandinsky y Filonov con obras realizadas aproximadamente entre 1912, 1914, 1922 y 1930. Los artistas del “Movimiento orgánico” observaban la naturaleza, un mismo motivo en distintos momentos del día y en diversas estaciones era el fundamento principal de su arte.
“La construcción del hombre nuevo” que se exhibe en la Fundación Caja Madrid es la más extensa e intenta mostrar la dialéctica entre vanguardia artística y cambio político- social durante los primeros años tras la revolución. Aquí se ven obras correspondientes al Suprematismo y Constructivismo con obras de los creadores de estos movimientos como Malevich, Popova, Rodchenko o Lissitsky. En el texto del catálogo, Tomás Llorens señala que por primera vez los estudios de las vanguardias rusas no son ya los que proceden del mundo occidental sino los que vienen desde el interior de Rusia.
A partir del fin del régimen soviético y de la guerra fría se permite ver el arte ruso de las primeras décadas del siglo XX con ojos libres de imposiciones ideológicas que han pesado excesivamente sobre la historiografía del pasado. La radicalidad con la que algunos poetas y pintores postulaban un lenguaje nuevo respondía a la necesidad de entrar en un mundo sustancial y radicalmente nuevo. Con gran erudición, Llorens remarca que ese impulso fundamentalista se alimentaba en Rusia de unas raíces antiguas que se remontaban al romanticismo y también a su propio cristianismo nacional. Un cuadrado, un círculo o una cruz sobre un fondo blanco, regresaba a los cánones del arte ruso antiguo. En los íconos el fondo claro representaba la pureza, la santidad, la eternidad; el negro, el abismo, el infierno, la oscuridad pero a diferencia de los maestros pintores de íconos, Malevich elimina la narración y reduce la representación a formas puras, convirtiéndolas a formas contemporáneas.
En suma, un nuevo abordaje sobre el arte que ya no explicaba el mundo sin que se involucraba en la lucha por transformarlo, desde las formas monumentales en la escultura, la decoración de las ciudades, la organización de los festejos de masas, así como los carteles, la gráfica y hasta la porcelana que asimilaron el nuevo lenguaje de la política.
Publicado en Ámbito Financiero 10/3/06
Celebran museos del mundo el año Cézanne
Durante 2006 habrá importantes exposiciones dedicadas a Paul Cézanne con motivo de cumplirse el centenario de su fallecimiento ocurrido en 1906 en Aix- en- Provence, su ciudad natal, y que se llevarán a cabo en el Musée Granet de dicha ciudad, la National Gallery (Washington) y el Musée d’Orsay (Paris).
Nacido en 1839, creció en una provincia donde el arte se enseñaba de manera académica pero donde los poetas y pintores románticos impulsaban a los jóvenes a adherirse a las ideas de libertad. Los Independientes se rebelaron contra el arte oficial y Cézanne fue uno de los que expusieron en el famoso Salón de los Rechazados.
La historia de Cézanne, un hombre descripto por sus amigos como poco sociable, sombrío, apasionado, impulsivo y con una voluntad irrefrenable de alcanzar la perfección y su pasión por el arte, fue abordada por estudiosos de su obra como Meyer Schapiro, Lionello Venturi, Roger Fry y Gerstle Neack, entre otros. Artista permanente del Museo Imaginario, al que se revisita para compensar la perplejidad en la que suelen sumir al espectador ciertas manifestaciones contemporáneas como los cadáveres esculpidos de un tal von Hagens, fetos en formal, las anomalías genéticas de los Chapman, o la famosa cama con semen del Premio Turner. Esta revisita lleva a dos cuadros favoritos. El primero es uno que pertenece al Museo de Louvre: “Los jugadores de cartas” (1890- 1892), tema que el artista ha plasmado en cinco cuadros y numerosos estudios.
El personaje de la izquierda aparece entero, distendido, calmo, bien apoyado contra el respaldo de la silla; su sombrero rígido sobre su pequeña cabeza y sus brazos bastante lejos de ésta, la imagen se encuentra delante de una zona borrosa. Su rostro delgado aparece aclarado por los contrastes colorísticos así como las cartas son luminosas.
El mantel, a la izquierda, termina en un ángulo mientras que a la derecha en forma puntiaguda. El jugador de la derecha lleva un sombrero con ala irregular, levantada, blando; su cuerpo más inclinado sobre la mesa denota un carácter más despierto. Su cabeza aparece contra un fondo de verticales, su rostro y sus manos más cercanas a la mirada. Las cartas son oscuras, las ropas contrastantes, saco violeta y pantalón amarillo para el de la izquierda y a la inversa para el de la derecha.
Según los expertos, Cézanne buscó representar un momento de meditación, los jugadores no muestras sus sentimientos, una manera de mostrar su propia actividad como artista: personal, íntima, la naturaleza como un mundo de colores y formas variables que selecciona lentamente después de haber reflexionado sobre las consecuencias de cada elección.
El otro cuadro se titula “La canasta de manzanas” (1890- 1894), 65 x 81 cm., que se encuentra en el Art Institute de Chicago. Para el artista, la pintura es una construcción, de allí que este conjunto exhibe una superposición de objetos. La canasta está apoyada sobre un bloc de apuntes, un plato con vainillas sobre un libro, las treinta manzanas se extienden sobre un mantel con muchos pliegues. La botella inclinada desequilibra el conjunto arquitecturalmente ordenado.
Y esto es lo novedoso en Cézanne: el eje inestable de un objeto vertical que en otros cuadros puede ser un personaje sentado o una casa. Se observan diagonales, la inclinación de la botella, la de la canasta, las líneas en escorzo de las vainillas a las que se corresponden con las del mantel que convergen hacia el borde inferior del cuadro.
Cada una de las manzanas exhibe una gran complejidad colorística. “Las frutas”, dice Cézanne, “vienen a uno con todos su olores, cuentan acerca de los campos que han dejado, de la lluvia que las ha alimentado, de las auroras que han visto”.
Estas suntuosas naturalezas muertas, casi barrocas, realizadas en su vejez, pertenecen a un período de extraordinario perfeccionamiento, una obsesión del artista que solía decir: “todavía debo trabajar para no lograr la terminación pulida que los tontos admiran. Debo luchar por la perfección sólo por el placer de pintar con más verdad y buen criterio”.
Publicado en Ámbito Financiero 14/4/06
Gran muestra recobra al primer Bonevardi
Con la muestra “Bonevardi- primera etapa. Obras tempranas 1948/59” y la próxima publicación del libro correspondiente, la Fundación Alón inició una serie de investigaciones sobre artistas argentinos considerados “maestros” y que, por diferentes razones, su vida y su obra no son conocidas por las jóvenes generaciones.
Micaela Patania ha estado a cargo de la investigación de las obras realizadas por el artista hasta 1958, año en el que obtiene la Beca Guggenheim para trabajar en Nueva York donde desarrolla una exitosa carrera. Colaboraron en esta investigación el hijo del artista, Gustavo Bonevardi, que facilitó los bocetos y pinturas que forman parte de la muestra así como la académica de Bellas Artes, Nelly Perazzo, que ha realizado un exhaustivo estudio sobre la influencia de la pintura italiana en su obra.
Se exhiben pequeños dibujos de 1943, de carácter caricaturesco, seguidos de paisajes, óleos 1948/49 que evocan pueblos de Córdoba o el Cerro Ucumaso de Humahuaca, una visión rítmica en una paleta de ocres y azules. Más adelante se alejará de la figuración y en 1951/52 “comencé mis primeras incursiones en el arte abstracto, mi experiencia plástica fue cambiando porque interiormente yo iba plasmando otras imágenes”.
Hacia la segunda mitad de los ’50 se consolida su abstracción de raíz constructiva, explícita en los dibujos preparatorios y que, como lo señala Perazzo, “se confirma la importancia del cubismo en la investigación de la relación fondo- figura”, presente, por ejemplo, en el farol “Untitled” de 1954. Pasará Bonevardi, de manera silenciosa, a arquitecturas que remiten a la melancolía de la pintura metafísica. Otro grupo de obras comprenden estudios, bocetos, cultas anotaciones, pinturas, en las que sobresale “Narrativa horizontal” (1956), cedida especialmente por el Museo de Bellas Artes Dr. Genaro Pérez (Córdoba).
Importante muestra sobre los comienzos y desarrollo de la obra de un artista fundamental nacido en Buenos Aires en 1929 y fallecido en Córdoba en 1994, cuya obra del período iniciado alrededor de los 60 conmovía y conmueve por lo misteriosa, sacral, objetual en su formato, que trasciende al tiempo en el que se produjo. (Viamonte 1465. Piso 10. Clausura el 30 de junio).
Miguel Ocampo
En una ocasión Miguel Ocampo (1922) señaló que “en los últimos años ha pintado con marchas y contramarchas, con dudas y certezas, euforias y sospechas y como diría Bioy Casares, con la triste sabiduría de conocer los límites. Por suerte”. Por suerte para el contemplador, Ocampo, figura respetada de nuestro mundo artístico, desciende de su elegida y amada La Cumbre (Córdoba) para mostrarnos fragmentos de ese paisaje cotidiano en el que se funden rigurosas geometrías iniciales y las luminosas abstracciones en las que se convirtieron.
Lo hace a través de vibraciones colorísticas de delicadas líneas que rozan la tela, de un aparente temblor de ramas, del sugerido follaje. Todo es levedad, insinuación, comunión con la naturaleza, el devenir suave de las estaciones. Pintura reconocible, placentera pero no convencional y que trae a la memoria un verso de Juan L. Ortiz: “He sido, tal vez una rama de árbol/una sombra de pájaro/el reflejo de un río…”.
Sólida muestra recrea arte en años oscuros
En Imago- Espacio de Arte, perteneciente a la Fundación Osde, se acaba de inaugurar “Cuerpo y Materia- Arte Argentino entre 1976 y 1985”, período que va del golpe militar hasta la recuperación democrática. Curada por María Teresa Constantín, la muestra compuesta por 165 obras significativas de 29 artistas seleccionados, propone una revisión de la producción artística realizada en ese período.
No constituye, por cierto, una catalogación exhaustiva ni hay un montaje cronológico pero sí un marco contextual por el que a través de las cinco obras de cada artista se visualiza la reacción del campo artístico frente al miedo instalado en el país, o frente al desarraigo de los que optaron vivir fuera de él.
Esta muestra histórica insoslayable lleva a recordar las galerías que brindaron su apoyo, por ejemplo, Arte Nuevo, Van Riel, Carmen Waugh, Arte Múltiple, Art Gallery y a críticos como Martín Crosa, Elba Pérez, Hugo Monzón y Raúl Santana, quienes desde sus textos se referían a los aspectos subyacentes de las obras.
En ese entonces había importantes premios como el Braque o el Benson & Hedges que dieron oportunidad a varios de los artistas aquí convocados a ser reconocidos. Así como el refugio fue el taller. Una posición ética era dejar de producir o continuar haciéndolo pero no mostrar; por eso, Constantín señala muchas de las obras son pocos conocidas, se expusieron una sola vez, o nunca, quizás hasta como un acto de autocensura.
Están los ahora grandes maestros como Norberto Gómez, Alberto Heredia, Juan Carlos Distéfano y Carlos Alonso, que fueron capaces de mostrar el horror y el dolor a través del cuerpo, centro de la obra.
Tripas y vísceras que perturban deliberadamente, materiales desechables en expresiones apocalípticas y escabrosas, el martirio en las violentas formas que el poliéster transparente refleja como en un espejo, la pintura como un oficio, como refugio, con la que se rinde homenaje a los artistas del pasado.
Carlos Gorriarena, que una vez señaló “a los plásticos no nos miraron mucho, se dedicaron a censurar actividades más masivas como el cine, la TV, el teatro, la literatura”; Noé, cuando retoma la pintura en 1975 pero “rompiendo el plano, por vibración del color”; el “necesitaba pintar” de Ernesto Deira, que se equipara a la expresión de Juan Pablo Renzi “quise volver a pintar para no morirme o volverme loco”.
A este artista y a Pablo Suárez se los ve con naturalezas muertas y paisajes, géneros tradicionales por los que también homenajean a artistas “silenciosos” como Lácamera, Molina Campos y Schiavoni. Está la generación que se forma en las escuelas de arte bajo el régimen militar.
Ernesto Pesce y Jorge Pietra abordan la memoria personal, Marcia Schvartz y sus retratos transgresores y provocativos, Duilio Pierri y el entorno inestable, el ocultamiento en Oscar Smoje y Juan Carlos Romero, la amenaza latente en Alicia Carletti, lo inquietante en Jorge Alvaro y Ana Eckell, los ominosos nocturnos de Fermín Eguía de 1978 o Diana Dowek y sus paisajes donde la amenaza ya no es latente.
Rostros transformados, cuerpos que gritan, cuerpos que registran marcas, las siluetas de los cuerpos, cuerpos diseccionados en Eduardo Médici, Julio Flores. El título de la muestra refiere al cuerpo humano “presente o no en las obras y también a la corporeidad de la materia”, es decir, los medios por los que estos artistas aludieron explícitamente o sesgadamente a un período que ha marcado a los argentinos para siempre (Suipacha 658. Clausura el 9 de Junio).
Publicado en Ámbito Financiero 28/4/06
Retrospectiva del admirable Cinalli
El pabellón de las Exposiciones Temporarias del Museo Nacional de Bellas Artes, recientemente restaurado, es el marco digno y propicio para la muestra antológica de Ricardo Cinalli (Santa Fe, 1948). Bajo la curaduría de Patricia Rizzo, asimismo editora del catálogo y autora junto a Edward Lucie- Smith, Sanda Miller y Renato Rita de uno de los textos críticos, señala lo esporádico de sus presentaciones en nuestro medio por lo que ésta es una valiosa ocasión de ver reunidas 62 obras de este artista que vive en Londres desde 1973.
Vastamente conocido en el medio artístico europeo, Cinalli, graduado en psicología en la Universidad de Rosario y estudioso de la filosofía, es autor de una obra difícil de encasillar y de la que esta sección se ocupó en los años ’89, ’93, ’98 y en ocasión de la presentación de su libro “Teatro popular” en 2001.
Gran parte de su obra está realizada en pastel sobre papel de seda en capas superpuestas, grandes rigor dibujístico en cuerpos clásicos, desnudos masculino y femenino, escenas mitológicas con minotauros y centauros entrelazados, que como una vez señaló él mismo, son “pretextos visuales para hablar de miedos contemporáneos”.
Primeros planos de pies y manos gigantescas de un grafismo encrespado con juegos de sombras, protagonistas de fragmentos anatómicos de carácter escultórico, no obstante la levedad del papel. Voluptuoso dibujo de origen académico, perturbadoras escenas, a veces de pesadilla, sensualidad exaltada, efecto teatral, un constante oscilar entre realidad y ficción, la monumentalidad y como opuesto, los pequeños mundos de sus cajas donde se desarrollan dramas tomados de la iconografía cristina, por ejemplo, “La ultima cena” o “Cristo en la cruz”.
El tema religioso está presente, “La corona II” (2002), “Atravesando el mar de Galilea” (2003), “La cruz humana” (2004), ya sea de manera mística, osada, cuestionadora, como en “Sin título”, una cruz formada por un hombre negro que se extiende verticalmente y un blanco, horizontal, la corona de espinas sobre su abdomen.
Es indudable que hay situaciones de la actualidad sobre las que Cinalli reflexiona: “Pide y te será concedido” de la serie “Black people”. La figura de un papa negro sentado, vestido de azul, que recuerda a la postura de “Inocencio X” de Velázquez, pero con las palmas de las manos hacia arriba repleta de diamantes. A esta obra le sigue la serie “Blue travellers” cabezas de personas de raza negra, realizadas a partir de 2003, “imágenes premeditadamente dirigidas a la confrontación, que esperan representar el nuevo orden en Europa”.
Hay varias obras muy conmovedoras, “La pirámide humana”, casi un descenso a los infiernos, óleo sobre tela y espejo de agua, “Narciso”, imagen tentadora para los artistas, una instalación de 2003, “Autorretratos”, metáforas sobre un mundo que se disuelve así como “Paisaje siglo XXI”, sin huellas humanas. La obra de Cinalli compendia la vida, el arte, la creación, la belleza, la muerte. No es poco. Hasta junio.
Anzízar
“ODT, oportunidades de tránsito”, sigla de una metáfora que José Luis Anzízar se ha inventado para definir el trayecto de una vida, de su vida. Es por eso que en un texto confesional expresa que “la distancia que separa al acto de nacer del acto de morir no debería medirse en cantidad de años sino en cantidad de tránsitos”. Aeropuertos, demoras, esperas, 625 vuelos contabilizados entre los de placer y de trabajo lo motivaron para esta muestra autorreferencial “Embarque inmediato”.
Objetos y dibujos- pinturas realizados entre 2055 y 2006, vistas aéreas de congestionados aeropuertos, pistas de aterrizaje, aviones unidos al papel por medio de costuras y recubiertos con mapas, tickets, una iconografía viajera que se completa con servilletas del servicio de a bordo a manera de friso también unidas por costuras y las bolistas para el mareo hechas de mapas que pueden ser ciudades.
De este viaje que Anzízar aborda con su ironía habitual, recordamos la serie “Zapatos” (2000- 2002) por la que conocimos su quehacer y “Empanadas” (2003), ambas echaban una mirada sobre la identidad nacional, hace gala de una gran libertad colorística, trazo leve, chorreados que se diluyen y que se oponen al dibujo preciso del cuaderno de bocetos. Más allá del significado de “viaje”, en este caso ausente la aventura, Anzízar enfatiza el “no lugar” por el que transitamos cotidianamente, el estado de precariedad existencial, la homogeneización, en un mundo de fronteras blandas en el que el hombre ya no ocupa el centro de la escena. Galería Elsi del Río (Arévalo 1748). Hasta el 10 de junio.
Publicado en Ámbito Financiero 5/5/06
Norberto Gómez, entre el horror y el enigma
Dos momentos en la obra de Norberto Gómez (1941) se pueden ver actualmente en Buenos Aires: el primero es la muestra colectiva “Cuerpo y materia” del período 1978/83, en Imago (Suipacha 628), de la que ya nos ocupamos en estas páginas. Tripas, vísceras, despojos humanos en resina poliéster, un muestrario del horror y la destrucción que se exhibieron ocasionalmente hasta abril 2003 cuando se reunieron en Galería Maman bajo el título “Ejercicios materiales”. Señalaba el artista, “significan un momento importante de mi trabajo, que es siempre de tránsito, carne y lenguaje” y también “cuerpos de llanto” como los definió Ricardo Martin- Crosa.
El segundo se exhibe en Azcue (Montevideo 1484) y acorde con el reducido espacio muestra arquitecturas en yeso policromado, maderas y dibujos. Nos retrotraen al medioevo por el carácter frontal, ornamental, meticulosa realización que puede calificarse de obsesiva. Cabe la pregunta ¿son de hierro esos mecanismos internos de máquinas que se articulan constructivamente, tubos de desagüe, fusibles, como en el caso de “Sorpresa”? Sin embargo están realizados en yeso, así como una serie de obras con molduras barrocas.
También se exhibe “Pórtico” (1983), una obra a escala, en madera que simula una fachada con sus ornatos, de admirable ejecución dado que parece continuar la tradición familiar de artesanos ya que su padre era un destacado ebanista.
Los dibujos, tinta y lápiz están relacionados con la iconografía fantástica realizadas entre los ’80 y los ’90, de carácter manierista, en los que se combinan lo arquitectural, y la pesadilla en su conjunción de hombres y bestias. En este espacio silencioso de reúne una obra que continúa fascinando por sus claves secretas. Hasta el 31 de mayo.
Investigador de técnicas del grabado, ganador de importantes premios así como una beca Antorchas, frecuentador, por sus viajes, de museos y artistas renombrados extranjeros, docente de pintura en la Asociación Amigos del Museo de Bellas Artes, Ariel Mlynarzewicz (1964) realiza con su maestro y amigo Carlos Alonso la instalación “Fuego de libros” en la Feria correspondiente de 2001. En los últimos tres años expuso frecuentemente, no se da tregua y creemos, no resiste el impulso de mostrar su constante producción iniciada alrededor de 1978 cuando se consolida su vocación por la pintura. Se trata de una sucinta biografía de Mlynarzewicz (1964) que expone actualmente “Abrazos” en Galería Ro (Paraná 1158).
Su pasión es la figura humana a la que ha dedicado gran parte de sus búsquedas pictóricas. Utiliza una amplia gama de colores, con pinceladas enérgicas y texturadas, un observador de situaciones cotidianas en las que los protagonistas son los miembros de su familia, título precisamente de la exposición en 2005 en el Museo de Bellas Artes.
En su actual muestra Mlynarzewicz aparece más despojado pero más visceral, cuerpos entrelazados que se funden con los fondos, menos anecdóticos, centrado en la fusión de los cuerpos, un abrazo en todas sus formas como centro de la existencia. “Abrazo de pies”, “Abrazo verde esperanza”, “Mirando el recorrido”, óleos sobre tela, revelan que la expresión está en el cuerpo y en la línea apenas esbozada de sus tintas sobre papel, un modelo de síntesis dibujística. Hasta mediados de junio.
Publicado en Ámbito Financiero 26/5/06
Buenas muestras de Agosta y Golubinsky
El hermoso libro- catálogo que acompaña la actual muestra de Julián Agosta en Galería Palatina (Arroyo 821) contiene además de las reproducciones de las obras expuestas y otras, correspondientes a diversos momentos de su quehacer, textos personales y de aquellos que han seguido al artista a lo largo de su dilatada relación de amor y trabajo con el arte. Decimos trabajo porque Agosta no sabe hacer otra cosa.
Trabajar el metal, caldear el hierro y dominarlo fue siempre su objetivo, una atracción por el fuego como la de “la libélula que se acerca a la lámpara”, “la de la luz que todos necesitamos”, confiesa el artista. A diferencia de otras exposiciones, la atmósfera de penumbra creada adrede en la sala es de misterio y recogimiento.
Obra introspectiva, quizás sombría, pensada y realizada en homenaje a los amigos que ya no están físicamente, en circunstancias personales un tanto dolorosas. Pero su desafío es rejuvenecer el aura en el arte y conduciendo el impulso creativo, hacerlo combativo. Esto se revela en los volúmenes agresivos y dentados de “Alianza espúrea” y “La calumnia”, hierro patinado, (2006). “Ídolos negros”, una serie en madera también refleja sentimientos encontrados y en ellas campea el sentir del artista.
Pero hay más en esta exposición, el barro al que vuelve con sus manos que amasan y penetran la arcilla. Sólo se propuso hurgar en el interior de las civilizaciones precolombinas en un conjunto de cerámicas de intenso arcaísmo, fuerte textura, color ancestral y que revelan, una vez más, la solidez de su oficio. “Gongá”, palabra perteneciente al culto afrobrasileño, es un altar donde Agosta ofrenda pequeñas imágenes que condensan su imaginería, su poética, su íntima relación con los materiales ancestrales. Clausura el 19 de junio.
Liliana Golubinsky ha abandonado sus batallas medievales, personajes velazquianos, gestas bonapartistas y criollas, soldadesca montada en caballitos de madera que se distribuían abigarradamente sobre la superficie de la tela en un ir y venir a la deriva. Situaciones fragmentadas acordes con la influencia ejercida por los medios de comunicación, cada vez más acentuada, así como por la condición de la obra de arte que nunca es totalizadora.
Más enfocada actualmente en su cotidianeidad, refleja todo aquello que nos golpea, la competencia feroz, la lucha despiadada por sobrevivir en una sociedad trituradora. Sus citaciones de batallas de la historia son ahora las de todos los días, la del hombre y la mujer en un entorno hostil e inestable.
Golubinsky hace un acto crítico, “una crítica de la vida”, según Mathew Arnold, expresión utilizada por Gerges Steiner para ampliar el concepto de que esa crítica “ya sea realista, fantástica, utópica o satírica, el universo que el artista construye se afirma contra el mundo tal como es”. Los personajes de Golubinsky aparecen colgados, a punto de caer, se sostienen levemente unos con otros, “Salto mortal”, pastel sobre lino, (2005) es un excelente ejemplo, se deslizan sobre sus caballitos que ahora tienen una apariencia más feroz, menos lúdicos. También patinan y como consecuencia se asiste a una caída estrepitosa.
En el aspecto formal, hay un menor abigarramiento, continúa su escritura no legible como fondo, esta vez sin tanto protagonismo, también el humor pero más ácido, una mayor apertura del espacio, un dibujo de gran levedad, cromatismo dosificado. Galería Rubbers (Av. Alvear 1595). Hasta el 20 de junio.
Publicado en Ámbito Financiero 9/9/06
Soto: el máximo ejemplo del arte en movimiento
El Museo Tamayo de Arte Contemporáneo de México y la Fundación Proa de Buenos Aires (Av. Pedro de Mendoza 1929) presentan la muestra de “Jesús Rafael Soto. Visión en movimiento” cuya curaduría estuvo a cargo de las historiadoras mexicanas Tatiana Cuevas y Paola Santoscoy con la coordinación de la argentina Cecilia Rabossi. Son veintisiete obras que evitan toda cronología de un precursor del arte cinético (Venezuela, 1923- París, 2005), expresión artística trascendente del siglo XX y cuyo protagonista principal es el movimiento, real o virtual, producido a partir de efectos ópticos, del movimiento del espectador o del movimiento real de la obra.
Hacia 1940, el mundo del arte en Venezuela parecía dividido entre aquellos que estaban por la creación de una iconografía nacional y algunos jóvenes que defendían la teoría de la universalidad del arte. Entre estos últimos, Cruz- Diez y Jesús Rafael Soto, estaban preocupados tratando de comprender el Cubismo así como las complicaciones que surgían de la cuarta dimensión.
Soto comenzó a investigar el movimiento hacia los ’50 cuando le fue otorgada una beca para estudiar en Paris y se unió a Los Disidentes, un grupo de venezolanos allí instalados. En un viaje a Holanda conoció a Piet Mondrian y este encuentro fue el punto de partida para sus primeras obras abstractas. Intentó dinamizar su bidimensionalidad a través de diagonales y líneas curvas, siempre sobre el plano, convirtiendo la obra, como lo señalara, en “más dibujística”. Más adelante, entró en el mundo de Lazlo Molí- Nagy que había escrito un importante libro sobre el movimiento. Así nacieron las repeticiones que provocaban un estado de vibración.
Eso sumado al estudio de la luz en Velásquez y en los Impresionistas, el deseo de romper con las reglas establecidas, el haber descubierto que en los paisajes, Cézanne comenzaba a la izquierda del cuadro con gran densidad, la que llegando hacia la derecha, parecía licuarse, fueron hechos que quedaron en su memoria. Las experiencias seriales nacieron de sus contactos con las revolucionarias ideas musicales de Pierre Boulez así como las de René Leibowitz, autor de un libro sobre Scöenberg, Berg y Webern, acerca del sistema de doce tonos que lo indujo a transferirlo a las artes visuales.
Soto desarrolló más adelante un complejo sistema de superposición de módulos, una necesidad de introducir el espacio real, la influencia ejercida por el pensamiento de Malevich, el uso del plexiglás en su “Desplazamiento del cuadrado transparente” realizado entre 1953/54 hasta su “Cajita de Villanueva” (1955), en la que aparte de la vibración apareció una ambigüedad óptica: planos transparentes que pueden ser observados de ambos lados y repetirse indefinidamente.
Durante dos años trabajará con el tema del cuadrado como algo inmaterial, de allí el uso del blanco, la repetición de pequeños cuadraditos o tramas de puntos. Es por eso que para Soto, “el origen de la obra de arte tiene lugar en el pensamiento, el rigor, la lógica de la investigación artística”.
Cuando comienza a trabajar con varillas metálicas sobre un fondo tramado, Soto desea penetrar dentro de la vibración. Así, hacia 1968, nacieron los célebres “Penetrables”, en los que el espectador participa activamente. Viene al caso recordar que durante la exposición “Abstracción geométrica latinoamericana en la Colección Cisneros” expuesta en el MALBA en 2003, un “Penetrable” fue instalado en el acceso al Museo.
La gente jugaba, se movía y ése era el propósito del artista: “el hombre juega con el mundo que lo rodea”, una comunión “hombre- obra de arte (…) más que una obra es una idea del espacio”, además de otra característica: puede ser construido en cualquier lado, puede tener diferentes dimensiones para ser integrado en espacios arquitectónicos y urbanos.
Así sucede ahora con “Penetrable azul”, hilos de nylon y aluminio, ubicado en la vereda de Proa. Entre las obras “Sphere Concorde”, hilos de nylon y madera (1996), “Escritura blanca N°3”, pintura y metal sobre madera (1976), “Vibración”, pintura y metal sobre madera (1960), “Cuadrados verdes y negros”, pintura y metal sobre madera (1974), “Sotomagie”, un conjunto de serigrafías representativas de sus investigaciones de los ’50, tramas geométricas que se activan con el movimiento del espectador, en suma, un conjunto revelador de la esencia de su trabajo, la búsqueda constante de nuevas propuestas.
Publicado en Ámbito Financiero 16/6/06
Palabra e imagen unidas para reflejar el mundo de Borges
Raúl Sosnowski (Buenos Aires, 1945), vive en Washington, es profesor de literatura y cultura latinoamericana de la universidad de Maryland, director del Centro de Estudios Latinoamericanos, autor, entre otros libros, de “Julio Cortázar: una búsqueda mítica”, “Borges y la Cábala: la búsqueda del verbo”, además de fundador de la revista de literatura “Hispamérica”. Mirta Kupferminc (Buenos Aires, 1955) es una destacada grabadora que ha realizado más de cuarenta muestras en nuestro país y en el exterior, ha recibido, entre otros, el Primer Premio del Salón Nacional, el Gran Premio de Honor en el Salón de Santa Fe, Mención de Honor en la Bienal de Grabado de Taipéi.
Ambos han concretado un proyecto iniciado hace cuatro años en el que palabra e imagen se conjugan para ingresar en el universo borgeano.
La exposición que se exhibe en el Centro Cultural Recoleta “Borges y la Cábala: senderos del verbo” reúne 30 aguafuertes y aguatintas de impecable ejecución, con gran predominio de negros y rojos. Destacamos “Las ruinas circulares”, “Sueño para las ruinas circulares”, “Aquella enciclopedia” y “En Praga”. Estratégicamente ubicadas están las sillas, tema que Kupferminc ha abordado con anterioridad, que aluden a Borges y su bastón, a la esencia de algunos de sus cuentos, es decir, las ideas borgeanas llevadas a la tercera dimensión.
Al unir Borges y la Cábala, Sosnowski dice que “se impone señalar diferencias tan fundamentales como las que separan al místico que recorre un sendero minado en el que se dirimen vida y muerte, razón y locura, de las que informan el placer de lo lúdico.
Hablar de Cábala es entrar al espacio sagrado de la mística judía arraigada y codificada en principios y en prácticas milenarias, a partir y arribar a un Texto, la Torah, origen del Universo”.
Al entrar a la sala nos encontramos con la letra hebrea IOD cuya simbología corresponde al Big Bang, una aparición del primer punto del Cosmos. Es así que la muestra se convierte en un recorrido iniciático, una búsqueda del conocimiento, un deseo de acceder a los misterios de la creación.
Kupferminc ha elaborado una iconografía que reúne conceptos del judaísmo; y recalcamos la palabra concepto, ya que está prohibida toda representación, el tigre, la biblioteca de Babel (infinitos anaqueles de galerías hexagonales), vivencias personales, el estudio y la interpretación de la Cábala, un conocimiento que no está oculto pero que sólo lo percibe aquel que quiera acceder a él, los textos de Sosnowski para el libro- objeto cuyas hojas se despliegan en una vitrina que ocupa el centro de la sala.
Esta edición de 25 ejemplares está hecha a mano, un gran mérito de la artista que aprendió a escribir con pluma de ganso de acuerdo a la tradición rabínica. Hacia el fondo la artista ha recreado la imagen de El Alpeh, punto donde convergen todos los puntos del universo y que según Borges, lo vio en el sótano de la calle Garay.
Son muy conmovedoras las heliografías que remiten a una oración primordial que se recita todos los días. “Sh’mat”, que significa ¡Oye!, y proclama al ser humano como testigo de la creación cuyo gesto de taparse los ojos es una señal de mirada interior. Al terminar el recorrido están “F’taj”, cuatro letras que significan “pórtico”.
“Y sólo entonces se abrirán sus puertas”. Está en nosotros querer acceder a la verdad. Clausura el 23 de julio.
Publicado en Ámbito Financiero 7/7/06
Belleza sin estridencias en las obras de Daneri
La obra de Eugenio Daneri (1881- 1970), que se expone en la Galería “El Puente” (Arenales 834), provoca comentarios y gestos de admiración en pintores de distintas generaciones. Perteneciente a la colección privada de su directora, Fabiola Baliña de Carreras Vescio, reúne importantes piezas de una producción figurativa de paisajes, retratos y autorretratos, naturalezas muertas. Discípulo de Giudice, Della Valle, De la Cárcova, Sívori, recibió consejos de Malharro y sus influencias remiten al naturalismo de fines del siglo XIX y los comienzos del Impresionismo.
Importantes críticos que analizaron su labor pueden ser una primera ayuda para abordar hoy esta pintura que cubrió un período tan intenso de nuestra plástica integrado, entre otros, por artistas como Emilio Centurión, Alfredo Guttero, Domingo Candia, Domingo Pronsato y Víctor Pisarro. A propósito de la muestra retrospectiva en el Museo Nacional de Bellas Artes organizada por Jorge Romero Brest en 1961, cuando Daneri cumplió 80 años, Alfredo Roland, escribió: “Esta muestra es un llamado a la sensatez y al equilibrio”. ¿Qué diría ahora que estas palabras han sido borradas definitivamente del glosario plástico? Osiris Chiérico lo llamó maestro de la austeridad y el recato. En el libro “Veintidós pintores”, Julio Peyró señaló: “En sus cuadros no hay brillo alguno de retórica, ni nota llamativa”, Córdoba Iturburu destaca que “su carrera no registra saltos ni virajes violentos pero sí una lenta y progresiva afirmación de su personalidad”.
Por su parte, León Benarós enfatiza su honradez al desechar toda trampa, “todo colorinche”, como decía el artista, y la profundidad para representar el silencio en el que las cosas de Daneri vivían y convivían.
El crítico y también poeta Romualdo Brughetti habla de su espíritu receptivo al que el ir y venir de las tendencias lo llevaron a pensar y repensar su misión de pintor, y el psiquiatra Mauricio Neumann lo analiza como “un hombre vertical que se consumió de viejo, fiel a sí mismo. Su pintura y él fueron una misma cosa, austeridad romántica y cotidianeidad poética”.
En segundo lugar, plantarse ante las obras, demorarse, como ya no se hace dada la inmediatez de cierta expresión contemporánea y despojarse del prejuicio que también invade al contemplador de hoy, obligado a consumir mucha tontería vacía de contenido. La obra de Daneri es emocional pictóricamente hablando, por su pincelada cargada de materia, por su color severo, controlado, por la humildad de los objetos: damajuanas, flores, frutas, el barrio, los enseres domésticos, su familia, su propia imagen que denotaba su modestia.
Las pinceladas siempre son diferentes y la severidad colorística a veces está matizada por dorados como en “El candil” o pequeños toques de blancos que se deslizan por algún pañuelo que rodea el cuello de la retratada. Melancolía en los paisajes, voluptuoso empaste en “Hortensias”, bodegones que no imitan el virtuosismo de los del 1600, frutas humildes a las que dotó de cierto aire de misterio, revelan al ser solitario que ha sufrido intensa pero calladamente y que no obstante el reconocimiento y los premios obtenidos sólo pensaba en pintar lo que lo rodeaba.
Daneri, como Cézanne, se cuidó de no caer en lo literario y se abocó al estudio concreto e inmediato de la naturaleza; como Cézanne, quizás pensó que “nuestro arte tiene que otorgarle la dignidad de lo perdurable”. Hasta el 28 de julio.
Publicado en Ámbito Financiero 14/7/06
Exhibe Bellas Artes al innovador Malharro
Una intensa labor de investigación ha realizado Ana Canakis, licenciada en Historia de las Artes de la UBA, autora del estudio crítico y curadora de la muestra “Malharro, un innovador” que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes. Un minucioso análisis de documentos y textos de la época, los numerosos escritos del artista y, en especial, los trabajos pictóricos permiten un mayor conocimiento de la obra de este artista nacido en Azul en 1865 y fallecido en Buenos Aires en 1911, considerado el introductor del impresionismo en el arte argentino.
Son cincuenta y siete obras entre oleos, acuarelas, dibujos- tinta pertenecientes tanto a colecciones particulares como a las de importantes museos de nuestro país, que dan cuenta de una visión del paisaje “como revelación de un sentimiento por la naturaleza” que desarrollaría a través de su vida. Cuando en 1894 se presenta por primera vez en el Segundo Salón Anual organizado por El Ateneo, y obtiene una segunda mención por “El Corsario La Argentina” del que se conocen tres versiones, una de ellas presente en esta exposición, ya se había instalado en la sociedad el debate sobre la sociedad de un arte nacional.
Con gran éxito se dedica a la ilustración de revistas, libros y diarios, por ejemplo, “La Nación”, donde ilustra hechos policiales. En 1895 parte a Francia y las obras pintadas al aire libre, a diferentes horas del día y en diferentes climas presentan gruesos empastes, “Chateau des Brouillards” (1900), “Nocturno” (1901), “El arado” (1901), tienen como antecedente la Escuela de Barbizon.
No se sabe mucho sobre su actividad pictórica en París, si frecuentó talleres o artistas pero en “Críticas de Arte Argentino 1920-1932” se lo clasifica como “heredero directo de los impresionistas franceses (…), sus cuadros, acuarelas y apuntes son poemas y cantos a esa luz y ese color”.
Al regresar a Buenos Aires en 1902 inaugura su primera exposición en Witcomb con obras realizadas en Francia. Es importante la comparación con las que después realizaría en nuestro país, en aquellas, verdes y amarillos subidos, con reminiscencias de Millet, pinceladas más enérgicas. Más adelante todo se volverá más luminoso pero transparente, menos artificioso, más personal. Se convierte en un acérrimo enemigo de la Academia, “esas salas frías, ese encumbramiento de yesos, estatuas eternamente en la misma posición”. Se vuelca a la concreción de un paisaje nacional, “tenía la necesidad de admirar un árbol, planta, casa, yuyo, el infinito”, y lo hace a través de acuarelas en las que predominan tonalidades verdes y violáceas que exhibe en Witcomb, en 1908.
Martin Malharro ya es definitivamente un artista personal, subjetivo, se expresa con libertad y el carácter de obra “no terminada” es uno de los cuestionamientos de muchos críticos de entonces. Diferenciándose de otros artistas de su generación, no hace concesiones al gusto, postura que sumada a su carácter adusto lo enfrenta con colegas y amigos.
En la última década de su vida se dedicó a la docencia en instituciones públicas y en su taller, escribió: “La enseñanza del dibujo en la escuela primaria”, convencido de los beneficios de una educación por el arte, ejercito la crítica de arte, necesaria como educadora y orientadora en todo lo que se relaciona con las manifestaciones del espíritu.
Sus nocturnos intensos, la delicadeza de la pincelada que apenas parece rozar el papel, los nostálgicos crepúsculos, “el artista va al rescate de esa naturaleza que el siente como integradora del mundo físico y emocional”.
Esto se evidencia en las obras, todas acuarelas, de 1911 cuando estaba preparando la tercera muestra en Witcomb que no pudo llevarse a cabo debido a su muerte repentina el 17 de agosto.
Publicado en Ámbito Financiero 21/7/06
Liberti: surrealismo riguroso y atemporal
En la Sala de Exposiciones Temporarias del Museo de bellas Artes se exhibe “Liberti: 40 años de surrealismo”. Este artista autodidacta, nacido en Buenos Aires en 1930, estuvo siempre fascinado por los conceptos de Klee sobre lo visible, los de Van Gogh respecto a la mentira en el arte y las obras de Magritte, Dalí y Delvaux.
Influido por su amigo Roberto Aizenberg, referente argentino indiscutido de uno de los movimientos de vanguardia más notorios, provocativos y conflictivos del siglo XX, eligió ese mundo de libertad para su creatividad que desarrolló con mayor compromiso a instancias de Emilio Petoruti.
Se presentan distintas series, entre ellas, “Cosmos” (1977/86) en los que pinta cuadros de rara belleza relacionados con ese espacio inasible en los que una esfera, alegoría del mundo, aparece suspendida en medio de misteriosas nubes. “Suspensos” correspondiente a fines de los ’80, muestra flotantes paños con alusiones a ancestrales mensajes u homenajes como “Farfalla idílica”, de clara alusión a la obra de Pettoruti.
Liberti ha realizado tres autorretratos, el de 1981 fue elegido para la tapa del excelente libro editado coincidentemente con esta muestra retrospectiva; el de 1982 se encuentra en la Galleria degli Uffizzi de Florencia, seleccionado con motivo del cuarto centenario de su fundación, y el de 1984 fue galardonado con el Premio Adquisición en la IV Bienal Iberoamericana de Arte formando parte del acervo del Instituto Nacional de Bellas Artes de México.
“Atmósfera y Espacio para personajes de misterio” es otra serie en la que se destaca “La gran dama”, un personaje irreal en un espacio onírico. Son notables sus ilustraciones sobre Borges y sobre “Hamlet” para una traducción de Rafael Squirru, los refinados dibujos a lápiz, los collages inéditos así como el barroquismo de la serie dedicada a la música con sus instrumentos fantásticos y absurdos. A fines de los ’90 inicia “Tango” en la que los elementos característicos, bandoneón, chambergo, partituras, humo de cigarrillo se entremezclan dislocadamente con la danza sensual de los bailarines. Observada en su conjunto, la obra de Liberti es atemporal, nada queda librado al azar y revela la perfección del oficio pictórico.
Clausura el 22 de septiembre.
Jorge Ortigueira (Buenos Aires, 1941), artista de vasta trayectoria, ha obtenido desde 1984 importantes premios y entre los últimos se encuentra el Primer Premio del Salón Municipal Manuel Belgrano 2005. La suya es una imagen emparentada con el grotesco apoyado en un dibujo y técnica superlativos, sin concesiones al buen gusto, al conformismo, al adocenamiento o a estrategias que puedan alcanzar el éxito efímero.
Ortigueira pinta el poder del dinero, el engaño, la seducción, el oportunismo, el descaro de los poderosos, y lo expone de manera brutal por su forma y color. Sin duda este artista es un pensador que esta contra el pensamiento hegemónico, aquel que no admite contradicción, por lo tanto, obra y pensamiento producen inquietud. Desde siempre para Ortigueira el arte no es sinónimo del “todo vale”. Galería “El puente” (Arenales 834). Clausura el 6 de octubre.
Publicado en Ámbito Financiero 8/9/06
Las nuevas tecnologías usadas creativamente
El encuentro multidisciplinario que se realizó entre el 15 y el 20 de agosto en el Centro Cultural San Martin bajo el título “Cultura y Media: en construcción” tiene un doble significado. En primer lugar, y como lo señaló su directora María V. Alvarez, la recuperación de 18.000 metros cuadrados en desuso, la habilitación de seis subsuelos, salas de cine, una sala de teatro multimedial para que este Centro se convierta en un referente del arte digital, instalaciones sonoras y de video, videoclip, música electrónica, video danza.
Estas disciplinas, también en construcción, una suerte de “work in progress” permanente a las que se agregaron intervenciones sobre la fachada, instalaciones interactivas fueron representadas por más de 100 expositores e instituciones culturales, entre ellas, Universidad Maimónides, Universidad Tres de Febrero, IUNA, INCAA, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Ort, Revista Ramona, Festival Argentino de Video Clips, centros donde se ha generado un importante grupo de artistas cuyos nombres comienzan a ser conocidos tanto en nuestro país como en el exterior.
No se puede estar hoy ajeno al cruce entre estética y tecnología y a su poder transformador como lo señalara en su momento Walter Benjamin a su propósito de “si la fotografía era o no un arte, sin pensar que la invención de la primera transformaba eternamente el carácter del segundo”.
Esto es una certeza y quizás en un futuro no muy lejano y mucho más vertiginosamente, las nuevas tecnologías serán reemplazadas por otras más sofisticadas que darán lugar a permanentes discusiones sobre su cualidad artística.
Dentro del área de nuestra incumbencia destacamos “Un martes” (2006) de Andrés Denegri, dos proyecciones simultáneas en sendos televisores. La primera, un paisaje en color de una calle arbolada visto a través de la ventanilla de un automóvil y la segunda, una multiplicación acelerada de imágenes en sepia que suponemos es el acto del pensamiento y la memoria. “Concierto diurno” (2006) de Gabriela Golder. En tres pantallas, y a cortos intervalos, tres mujeres rompen platos sin un gesto que denote rabia contenida. Sólo eso y el estrépito contra el piso.
Debe recordarse que ambos artistas fueron los curadores de “Ejercicios de memoria”, una excelente muestra realizada en la UNTREF entre marzo y mayo pasados comentada en esta columna.
“Dialahogando”, realizado por alumnos de la cátedra de Gabriela Golder en la Universidad Maimónides muestra tres receptáculos aparentemente con agua: en uno de ellos, el pequeño personaje allí aprisionado limpia vidrios, en el otro, hace gestos con su rostro contra el vidrio y el otro descansa.
Lástima que en la oscuridad, no se aclara que hay que soplar un dispositivo que produce las alteraciones de la imagen. La videoinstalación de Augusto Zanela está constituida por una esfera de espejos que gira y se proyecta en tres pantallas generando hipnóticos juegos geométrico- lumínicos. Muy lejos del equívoco significado que pueda atribuírsele “Camas calientes”, realizado por un grupo de egresados de la Universidad Maimónides, refleja las condiciones de sometimiento y humillación de mano de obra barata: en un sórdido cubículo la cama de descanso de un obrero será ocupada por otro en el siguiente turno.
En el Espacio Living, había diversas muestras On y Off Line. En “Autorretrato” de Teresa Puppo (Uruguay), la autora recorre su PC, muestra fotos personales, dialoga consigo misma muy coloquialmente, se refiere al caos de todo lo que allí aparece, dado que lo primero es lo último en el blog, a veces dice “no me importa”, “al espectador tampoco”, “no es muy interesante” y en verdad, tiene razón.
Entre las múltiples actividades paralelas, Hervé Fischer (Francia) residente en Canadá y uno de los más importantes artistas y teóricos multimedia, autor de “El choque digital” (2001), “CyberProméthée” (2003), “La planete Hyper” (2004), dio una charla bajo el atractivo título de “La declinación del Imperio Hollywoodense”. Pródigo en estadísticas, entre otras consideraciones, señaló que el propio sistema que lo creó está destruyendo el arte cinematográfico y que poco quedara en pie si el imperio no se digitaliza. Sin embargo, al pesimismo de su visión sobre el sistema gargantúa se opone un pensamiento que conviene rescatar de una visita anterior a nuestro país: “El espíritu creativo del hombre es el germen artístico que anida en cada uno de nosotros”.
Como conclusión de estas hiperactivas jornadas debe destacarse la labor de Graciela Taquini, curadora general de esta excelente propuesta que permite relacionarse con el uso creativo de las nuevas tecnologías y el desarrollo de las nuevas tendencias en el arte.
Publicado en Ámbito Financiero 25/8/06
Variedad y calidad en aspirantes a un premio
La importante y pluralista producción artística de nuestro país se traduce como dijimos ya en notas anteriores a través de las convocatorias a diversos premios tanto en el orden oficial como privado, entre otras manifestaciones, el Premio Fundación Osde, por caso, dividió al país en varias regiones: Bonaerense, Metropolitana, Noroeste, Noreste, Cuyo, Central, Córdoba y Patagonia para lo que se nombraron y enviaron 24 jurados para su aceptación.
Fueron recibidas 6.700 obras, 1.700 de las cuales correspondieron a la Capital y al Gran Buenos Aires, tres jurados tuvieron la tarea de premiar las obras entre las 202 que se exhiben actualmente en los dos pisos de Imago- Espacio de Arte (Suipacha 658).
De acuerdo al montaje curatorial se evitó agrupar los premios para así establecer un dialogo entre las obras sin distinción de su procedencia o técnica. Una mirada exhaustiva invita a una reflexión acerca de la validez de dividir la convocatoria en las disciplinas Pintura, Escultura y Objetos, Dibujo y Grabado ya que, salvo la Fotografía, en casi todas se establece una multiplicidad y entrecruzamientos de técnicas inherente al momento actual de las artes visuales caracterizado por una disolución de los limites.
El Primer Premio Nacional de Pintura le fue otorgado a Silvana Lacarra (Bragado, 1962), que de acuerdo a las convenciones de los salones podría figurar como premio en la disciplina Objeto. Se trata de una madera combada revestida en fórmica roja con incisiones, material que la inspira para doblegar su resistencia y al que no intenta modificar su color.
El Primer Premio Nacional de Escultura le correspondió a Martín Digirolamo por “Sola 9”, una figura femenina súper “sexy”, en macilla epoxi, esmalte, óleo y tela, un realismo kitsch exacerbado, con lágrimas en sus ojos y que convalida el concepto del borramiento de los límites por los elementos que se introducen en su ejecución y exposición.
En la categoría Dibujo y Grabado, Mariano Vilela (Buenos Aires, 1970), recibió el Primer Premio Nacional. Obra muy estructurada en grafito que produce un efecto óptico de avance y retroceso que remite a Joseph Albers.
“Morfología de un vacío” es el título de la fotografía de Hugo Aveta (Córdoba, 1965), ganador del Primer Premio de la disciplina, una excelente composición de contrastantes grises y texturas.
Hay segundos y terceros premios, premios regionales y los aceptados de cada región, demasiados para ser aquí expuestos por lo que sugerimos un atento recorrido y descubrir obras valiosas como por ejemplo “Giros, volteretas y cabriolas” de Mariana Schapiro o “La otra orilla” de Raúl Fernández Olivi, dos escultores de fuste. Hay excelentes fotografías de Ana Zitti, Augusto Zanella, Verónica Roig, Valeria Conte Mac Donell, Gerardo Repetto, Arturo Aguiar (estos dos últimos, Segundo y Tercer Premio respectivamente); Ana Dolores Moya sobresale con “Puntos de vista” (impresión digital, troquelado y grabado), Beatriz Moreiro (aguafuerte, aguatinta y punta seca), Mariano Dal Verme, literalmente un obsesivo entramado de grafito sobre papel, el delicado acrílico y lápiz sobre papel “Limay Traful” de Carolina de Vansay, la tinta sobre tela de Rosa Audisio.
Un extraño Tercer Premio Nacional de Escultura y Objeto para Carlos Herrera (Rosario): un televisor en cuya pantalla se ve la desagradable imagen de salsa de tomate, banana, panceta y unos dedos de una mano calzados con botitas que recorren, empujan esta mezcolanza mientras se escucha “Visi d’Arte” por María Callas a quien, según el título, el autor homenajea. Salvo el canto, totalmente olvidable.
En el rubro Pintura, se destacan Pablo Zel, Alejandro Uresbeoeta Goitia (Corrientes), Segundo Premio Nacional, a pesar de que tiene las características de una mezcla de Objeto y Escultura blanda; Max Gómez Canle, que juega con la vedutta renacentista, la iconografía urbana de Pablo Mauvesin y Fabián Giménez y la extraña imagen y técnica, petróleo, grafito y óleo de Fabiola Castro “Sirenas en el paraíso”.
En suma, este importante Premio permite la reafirmación de importantes artistas, el descubrimiento de nuevas figuras en el panorama actual que con su inclusión en el correspondiente catálogo, imprescindible fuente de consulta para futuras exposiciones colectivas e individuales, genera un balance optimista, por lo que los organizadores han garantizado su continuidad en 2007.
Publicado en Ámbito Financiero 15/9/06
Estupendas muestras de Piceda y Schvartz
Ha pasado ya bastante tiempo desde las primeras esculturas de Cristina Piceda cuyas formas evocaban el cuerpo y su interacción erótica a través de curvas y ondulaciones que se abrían a la manera de flores. También las formas penetrantes que irrumpían voluptuosamente respetando la cualidad del material, mármol en su mayoría, trabajado con gran oficio.
Hacia el año 2000 comenzó una osada combinación de mármol y madera que lograba fundirse, mimetizarse.
En estos últimos años, Cristina Piceda ha reflexionad y profundizado conceptos escultóricos que le han permitido dar una vuelta de tuerca en su quehacer, ahora, más racional, dejando que los materiales se expresen por sí mismos. En su actual muestra en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), la madera tiene protagonismo. Le ha dejado la pátina del tiempo, la interviene mínimamente, ha creado un alfabeto que le da vida y en un punto las modifica sutilmente por astillas de mármol trabajadas. Un ejemplo de esto es “Emperador II”.
Destacamos una escultura yacente “En reposo”, madera africana y mármol blanco de Carrara, un dialogo entre esos materiales que se contienen uno al otro. Otras combinaciones, madera africana y acero inoxidable, relieves como “Recuerdos de hoy” o “Recuerdos de ayer”, “En espejo”, madera africana, acero inoxidable y mármol negro español, señalan un encuentro de materiales opuestos que se suma a la delgada elegancia de un conjunto de tótems estratégicamente dispuestos en la sala a la madera de vigías de un espacio misterioso.
En la sala contigua, unas gigantescas vigas que remiten al año 1886, fecha de construcción del Puerto de Buenos Aires y extraídas del agua, sorprenden por su tamaño y por la historia que las recorre; aparecen como testigos de un tiempo pasado. Piceda las ha respetado, consecuente con esta “nueva” manera de abordar su quehacer escultórico. Hasta el 16 de octubre.
“Marcia Schvartz- Joven pintora” que se exhibe en el Museo Sívori cubre el periodo 1975- 1984, Buenos Aires y Barcelona, ciudad en la que se exilió hasta su regreso en 1982. Dibujante excepcional, su estilo refleja las enseñanzas de Aída Carballo, Ricardo Carreira y Luis Felipe Noé, además puede vinculársela con las críticas y nada complacientes imágenes de artistas como Carlos Alonso, Antonio Berni o Pablo Suarez.
“Pintura dura, de pésimo gusto, sin atenuantes. Discépolo la hubiera amado” así la define Carlos Gorriarena. Pero que cala hondo cuando retrata prostitutas, travestis, marginales de toda laya en tugurios que se parecen en todas las grandes capitales. Mordaz, incisiva para retratar la “Felicidad conyugal”, un óleo de 1980, donde una adiposa señora se corta las uñas de los pies mientras el marido duerme; el ridículo “Rama femenina” (1976), que sugiere que todas las mujeres del partido se querían parecer a Evita, rodete rubio incluido; las bañistas de La Perla o La Salada, imágenes crudas del sexo explícito y fugaz.
La galería de sus retratados está vinculada al gran grotesco argentino que aún persiste en todas las capas sociales, hoy más acentuado por lo “fashion” y el “cholulaje” mediático que nos invade. No hay escenas urbanas que se le hayan escapado, vecinas chismorreando, la sufrida que se duerme en el subte, la que mira arrobada sus flores de plástico, los colectivos fileteados, el folklore del Abasto, barrio en el que vivió durante 15 años a su regreso, el “under” de los ’80.
En esta galería están también los amigos. Se destaca una conmovedora imagen del artista Albert Heredia, el angustiante retrato de Alejando Furlong así como sus autorretratos reveladores de su fuerte personalidad. Obra provocativa, densa, en absoluto condescendiente, “una mirada cargada de escepticismo y a la vez, de una simpatía profunda, indescriptible”, como señala Laura Malosetti Costa en el libro- catálogo editado para la muestra y en el que se refiere a su estilo, su vida en Barcelona, su regreso, sus acciones y performances que realizo tanto en esa ciudad como en Buenos Aires a mediados de los ’80 para el ambiente bohemio del Parakultural y de Cemento, reflejado en “Camarín” (1986) y que por razones sociales y cronológicas no tiene retorno. Clausura a fin de mes.
Publicado en Ámbito Financiero 22/9/06
Contagia alegría la obra lúdica y mordaz de Pino
La nueva muestra de Felipe Pino en la UCA (Av. Alicia M. de Justo 1300. Campus de Puerto Madero) recuerdan pensamientos de Nietzsche en “Estética y teoría de las artes”: “Para que haya arte, para que de alguna manera hay alguna actividad y una visión estéticas, es indispensable una condición fisiológica: la embriaguez. En primer lugar, es necesario que la embriaguez haya intensificado lo excitable de toda la maquina; sin esto no hay arte”. En el caso de Pino hay embriaguez por el color como protagonista que aparece terminante, sonoro; por el trazo vital, la corporeidad rotunda de las formas en algunos casos, y en otros, por lo esquemático que linda con el descabezamiento o la aparente ausencia del cuerpo; y por la energía que llega al contemplador sin desbordes.
Con ella viene la alegría de solazarse con una pintura esencialmente lúdica que no esquiva lo mordaz, la fina ironía sobre cualquier tema de la realidad así como el de un instante fugaz con el que el artista se involucra. La crítica a la crítica de arte, al coleccionista, a la política, sin prejuicios, con libertad. No se salvan ni Gauguin, ni Vermeer, a quienes, en realidad, homenajea. Cómo no sonreír, e incluso reír, ante “Momento de tensión”, “Gran cabeza, gran”, “Derrida”, “Para la historia”, “Uno contra todos” realizados en 2006, “pintados con arrojo”, según lo señala Eduardo Stupía en el catálogo.
Felipe Pino desenmascara con bronca el repertorio de situaciones entre crueles y absurdas de la época en la que le toca vivir, lo hace con agudeza, con magnanimidad, con sabiduría, como quien está de vuelta. Clausura el 8 de octubre.
David Lamelas
Bajo la curaduría de Inés Katzenstein, “David Lamelas. Lo Súper- real. Obras 1969- 1984” reúne 10 obras realizadas en Londres y Los Ángeles por este artista argentino, uno de los protagonistas del movimiento de vanguardia del Instituto Di Tella. Esta muestra forma parte de una serie de exposiciones y homenajes que se presentan desde fines de los ’90 con el propósito de revalorizar su obra; el último, en 2001, un simposio organizado por el Royal College of Arts de Londres.
Artista nómade, Londres, Nueva York, Bruselas, Berlín, Paris, son ciudades en las que ha vivido desde 1968; representó a la Argentina en la Bienal de San Pablo en 1967 y en 1968 en la Bienal de Venecia.
Lamelas es un artista conceptual, del lenguaje, un pionero del video, ha realizado films de carácter antropológico, así como del tiempo real en el que se suceden los acontecimientos, por ende, de lo inmediato y de lo fugaz. En un recorrido por su exposición, Lamelas hablo del origen de las obras relacionado con su nomadismo y soledad al llegar a sus diferentes destinos. Fotografiaba a sus nuevos amigos en un contexto arquitectónico y en Londres contrató a un fotógrafo de “Vogue” para retratarlos sacándolos de su anonimato para convertirlos en seres mediáticos. Al llegar a Los Ángeles hizo 40 retratos de 40 personas, uno por día, y los convirtió en estrellas de cine, “Amigos de Los Ángeles” se proyecta en orden alfabético.
También se fotografió como rockero, quien no quería serlo en ese entonces, excelentes contrastes de luz y sombra y esta apropiación de distintos lenguajes del espectáculo, según la curadora. “opera como un productor mediante diferentes estrategias de la manipulación de imagen con el fin de señalar la manera en la que se construye y percibe el presente”.
Se exhibe el film “Te desert people”, testimonios de una estadía con la tribu Papago. Uno de sus miembros habla en su idioma y en inglés, un balbuceo acerca de la transculturización y la identidad, temas que hoy son abordados, diríamos, hasta el exceso. Otros videos, “The dictator”, “The dictator returns”, realizados en Los Ángeles hasta mediados de los ’80, inspirados en los noticieros televisivos revelan la transformación demográfica de California de esos años.
Su sentido del humor para hablar de una obra que testimonia el tiempo en la que fue realizada quebró el ascetismo del cuidadoso y a su vez reticente montaje. En el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415). Clausura el 20 de noviembre.
Publicado en Ámbito Financiero 6/10/06
La Bienal de San Pablo funde arte y realidad
San Pablo- El concepto de la 27ª. Bienal de San Pablo está situado en la encrucijada de dos líneas del pensamiento del artista brasileño Hélio Oiticica (1937- 1980) en lo que constituye su Programa Ambiental: el significado de “construcción” afín a la experiencia neoconcreta y el “adiós al esteticismo”. Así lo expresa Lisette Lagnado, nacida en el Congo y naturalizada brasileña, curadora general de la muestra cuyo título “Cómo vivir juntos” está tomado de los cursos y seminarios dictados por Roland Barthes en el College de France entre 1976-77.
Más de 100 artistas, nuevos nombres, algunos relativamente conocidos junto a figuras de peso como Marcelo Broodthaers, Gordon Matta Clark, Ana Mendieta, Dan Graham, Jean Luc Godard, Hélio Oiticica, León Ferrari con una importante muestra individual en la Pinacoteca del Estado, y Cildo Meireles en su anexo Estación Pinacoteca donde exhibe una monumental “Babel”. Nunca fue fácil transitar por los 20.000 metros del maravilloso espacio arquitectónico de Niemeyer que se mezcla con el paisaje, que en el segundo piso atrae la vista con la frondosa copa de los árboles que lo rodean y se convierte en un oasis, opuesto a lo que se muestra actualmente en su interior, un arte que se ha convertido en un laboratorio del mundo y que apenas podemos relatar en esta somera reseña.
Cómo establecer los límites entre el arte y realidad cuando actualmente ambos están involucrados en situaciones cotidianas que golpean y duelen; así es la sensación que no abandona al visitante durante el extenso recorrido. Todo está cuestionado. La relación entre arte y sociedad, la situación de inferioridad y subordinación de la mujer en las comunidades aborígenes, la mutilación sexual en Afganistán, la mujer en Brasil, pilar, sustento de la familia donde se dice que la cara del hambre es una mujer rodeada de niños, sin poder dejar de mencionar las devastadoras imágenes de Sanghee Song, una artista nacida en Seúl en 1970, que denuncia al sistema patriarcal que obliga a la mujer de clase media, a la que pertenece la artista, a ser “una buena hija”, “una madre prudente” y “una buena esposa”. Sus esculturas- máquina estremecen.
Los cuestionamientos acerca de la destrucción de esta era en la que le toca vivir al ser humano, lo que sucede en Latinoamérica, sucede en todas las ciudades del mundo, racismo, misoginia, violencia, depredación, sistemas opresivos. Los artistas convocados, no obstante sus diferencias culturales ponen sobre el tapete temas candentes, con mayor o menor lucidez, a veces con obviedades, el hecho artístico tradicional descartado, no proponen soluciones pero si nos recuerdan las falacias gubernamentales, el incremento de los nacionalismos estériles, las barreras impuestas por los bloqueos.
Imposible olvidar las crueles imágenes de la vida en Lagos, (Nigeria), un caso extremo de disfunción a través de una película filmada en 2004 por Bretje van Der Haak que vive en Holanda. Qué decir del sudafricano Pieter Hugo que pasa de fotografiar jueces de mirada desafiante con pelucas en Bostwana a los Hombres Hierna de Nigeria, un grupo itinerante de performers que viaja por el país con hienas, serpientes y monos con los que establecen una cómplice amistad en medio de la más absoluta indigencia. Otro sudafricano, Guy Tillim, muestra a través de 15 fotos tomadas en Kinshasa, capital del Congo, los resabios de una guerra que se cobró cuatro millones de vidas y los saqueos en la residencia de Mobutu.
Un poco de respiro nos da Ann Lislegaard, de Dinamarca, con sus dobles proyecciones, contrastes de grises, espacios cristalinos, formas que se duplican, se disuelven, basadas en una novela de J. C Ballard de 1966, “El mundo de cristal”. Otro respiro: Laura Lima, vive en Rio de Janeiro, con obras de diferente talante. “Oro flexible- encuentro”, alrededor de 100 pequeños cuadros de obras paradigmáticas del Renacimiento tomadas de catálogos sobre las que dibujo con lápiz de oro, líneas y formas envolventes, una suerte de tatuaje sobre esas transparentes pieles de entonces. “Costumes”, ropas y adornos en vinílico transparente de gran creatividad de formas.
No creemos que sea posible vivir juntos en la torre de Tomás Sarraceno, un artista argentino que vive en Frankfurt. En PVC transparente de considerable altura, al entrar había que trepar por una escalera de sogas e instalarse. Sólo apto para acróbatas y para el artista que considera que la arquitectura también puede ser divertida. El artista bahiano Marepe presenta diferentes obras. En una palca de hornear bizcochos, éstos tienen formas de pistolas, celulares, cadáveres. Se imagina a alguien amasándolos mientras la violencia se filtra por la TV. El conjunto de paraguas unidos unos a otros que nos recibe y nos despide, remite a la idea de protección, hay un péndulo que los sostiene, en búsqueda de equilibrio y algo de justicia, una expresión del artista que nos devuelve algo de fe antes de volver a las calles de San Pablo.
Publicado en Ámbito Financiero 20/10/06
Bienal paralela reúne lo mejor del arte brasileño
San Pablo- Dentro del Parque Ibirapuera, en el pabellón Armando de Arruda Pereira, de 11.000 m2, también diseñado por Oscar Niemeyer, se realiza la tercera edición de “Paralela”, esta vez bajo la curaduría de Daniela Bousso. Organizada por 12 de las más importantes galerías paulistas, entre ellas, Baró Cruz, Brito Cimino, Casa Triángulo, Fortes Vilaca, Nara Roesler, reúne obras de 146 destacados artistas contemporáneos, en su mayoría inéditas, realizadas para esta ocasión.
Gran diversidad de estilos, dibujos que coexisten con obras digitales que a su vez coexisten con pinturas, grabados, esculturas, videos, instalaciones. El objetivo curatorial es “revelar la manera en la que el arte brasileño está articulado alrededor de los problemas que el arte presenta en el mundo contemporáneo”, enraizados en la gran libertad de aquellos visionarios de la modernidad como Ligia Clark y Hélio Oiticica.
Montar tal diversidad significó abolir la analogía de lenguajes, enfatizar la potencia individual y evitar la organización por galerías, es decir, todos están mezclados con todos. Así, esta mega muestra reafirma la vitalidad, creatividad y osadía de la producción artística brasileña.
Por supuesto y como ya lo hemos señalado en otras notas respecto al arte actual, los limites han sido borrados, todo parece estar en tránsito, la fugacidad es una de las características y el contemplador, palabra que ya está siendo reemplazada por usuario, está permanentemente sometido y desafiado a pasar de una estética a otra en una turbulencia visual que pone su percepción en estado de riesgo.
Se destaca el gran impacto visual de la obra n plástico modelado que avanza sobre el inmenso espacio de Sergio Romagnolo. José Bechara señala la incomunicación a través de “OK, OK, lets talk”, un compacto conjunto de mesas enormes y dos sillas separadas por una gran distancia y en la que nadie se puede sentar. Iole de Freitas 81945), presenta una obra monumental en placas de policarbonato y acero inoxidable, un proceso semi industrial de un acabado estético refinado.
Un panel blanco recorrido en ambos lados por huellas negras de neumáticos constituye “Wrap”, imagen digital sobre vinilo de Regina Silveira (1959), artista que trabaja el concepto misterioso de la sombra. Ernesto Neto (1964), célebre por sus gigantescas obras en malla de poliamida, lycra, tul, a veces rellenas con pimienta en polvo, azafrán y otras especies, formas orgánicas y sensuales, ha realizado esta vez una especie de celda transparente en la que ha bordado con hilos de colores la palabra NO en diferentes idiomas.
Daniel Senise (1955), pertenece a la generación de los ’80, que se interesó nuevamente por la pintura. La obra expuesta pertenece a una serie en la que toma como base una fotografía con la impresión de un piso de madera que luego adhiere a una chapa del mismo material. Obra austera, en tonos neutros, muy diferente de la que mostró en Buenos Aires en 1999.
Hace mucho tiempo que las fotografías de Rochelle Costi llaman nuestra atención. Interiores de casas pertenecientes a diferentes clases sociales. Las que aquí se muestran, “Se vende todo”, tres tomas que pasan por el testimonio de ciertas grandezas pasadas hasta su total devastación. Una delicada obra de Beth Moysés (1960) “Reconstruyendo sueños”. Se trata de guantes de tul pertenecientes a mujeres con sus blancos trajes de novia. Ellas los han bordado en negro y al sacárselos empiezan una vida nueva que muchas veces no es la del amor sino la de la violencia y la impunidad.
Siempre lujosa, Nazareth Pacheco presenta una hamaca paraguaya bordada en brillosas cuentas transparentes pero nadie se atrevería a llegarse hasta ella ya que está “custodiada” por una cortina de esas cuentas y hojas de afeitar. De gran ejecución y siniestro mensaje, “Coca Cola más petróleo”, en las esculturas de granito negro de Nuno Ramos (1960).
En el circuito off Bienal destacamos la muestra en la Galería Nara Roesler, “Cosmococa CC4” (1973) de Hélio Oiticica exhibida por primera vez en San Pablo. Una piscina con 20 cm. de agua rodeado su perímetro por lucecitas, se supone que los espectadores deben estar adentro para tener la impresión de ser tragados o hundidos en las imágenes que se proyectan en dos pantallas con música de John Cage. Oiticica (1937/88) fue un artista que tomó partido por los marginales, estrella del “parangolé” (manto de aristócrata y capa de mendigo), de los “penetrables” que invitaban al visitante a abandonar su pasividad, un ejemplo de “Como vivir juntos”, utopía que sobrevuela el espíritu y la intención de la Bienal en la que se cuestiona al sistema arte y su relación con el mundo.
Publicado en Ámbito Financiero 27/10/06
Estudio abierto: buen arte en el sitio ideal
Tiendas Harrods en 2003, Confitería “El Molino” y Palacio Barolo en 2004, Apostadero Naval y Hotel de Inmigrantes en 2005, la propuesta de Estudio Abierto es recuperar edificios emblemáticos de Buenos Aires, generalmente en desuso, como sede exposiciones de arte contemporáneo a través de diversas disciplinas. Ahora es el turno del Correo Central (Corrientes 106), edificio pensado por la generación del ’80 y concebido como símbolo de las comunicaciones nacionales, obra del arquitecto francés Norbert Maillard, que curiosamente jamás viajó a Buenos Aires, autor además del Colegio Nacional Buenos Aires y del Palacio de Tribunales.
El lema de esta edición es “La ilusión de lo moderno”, concepto que alude a la vocación de grandeza implícita en el diseño urbanístico que integra el edificio inaugurado en 1928 durante la presidencia de Juárez Celman y que será puesto en valor para los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo en 2009.
Bajo la curaduría general de Ana María Battistozzi y otros curadores invitados, el Correo Central ha sido prácticamente ocupado por más de 170 artistas argentinos y del exterior que han intervenido las inmensas salas principales y sus múltiples rincones y oficinas.
Como sucede generalmente en este tipo de mega muestras hay obras olvidables ya sea por su confusa idea curatorial y realización, otras porque pertenecen a lo que se llama “trash art” (arte basura), en camino de convertirse en moda en Buenos Aires y aquellas que se destacan por su creatividad, afortunadamente, la mayoría. Empezamos el recorrido del tercer piso por los videos en pantalla gigante de Gabriela Golder, de carácter testimonial, obreros y empleados relatando vivencias de su paso por la fuerza laboral y el de Charly Nijensohn, tan bello como apocalíptico, cuyos sonidos se entremezclan.
Del Grupo de Arte Contemporáneo de Tucumán, una muy buena selección grupal, se destacan la foto- collage digital de Rolo Juárez. En cuanto a los artistas españoles convocados, no encontramos nada significativo. En el segundo piso, Paula Senderowicz presenta una poética instalación en cascada “Postales en tinta azul”; el colombiano Carlos Motta investiga la percepción pública de la gobernabilidad en distintos países latinoamericanos a través de entrevistas callejeras en videos simultáneos. Es también poética la instalación luminosa “Envíos I y II” de Marcela Cabutti, y como es habitual en Carlos Gallardo, una instalación escultórica de alto nivel de ejecución compuesta de bolsas de tul contenedoras de miles de fotografías de época.
“El colapso de las catedrales (Serie contra la arquitectura)”, instalación específica para el sitio de Sofía García Vieyra, las piezas sobre el muro de Fabiana Imola en metal recortado, “Table ronde”, video proyección de Diana Lebensohn, “Bandera” de Sergio Avello, instalación lumínica, la escultura blanda que invade el espacio de Sabrina Moroni, la instalación colgante de Julian D Angiolillo, constituyen excelentes expresiones de artistas que comienzan a ser reconocidos en nuestro medio.
Las pequeñas oficinas mencionadas deparan sorpresas: “Contemplación”, video instalación interactiva de Ananké Asseff en la que se debe ingresar individualmente según las instrucciones de un monitor, “Yo también me fui al cielo”, los vetustos muebles de una oficina abandonada parecen emerger de un mar de papeles de seda plegados, instalación de Andrea Moccio. Mágico es “La hora mágica” de Alí Chen, proyecciones sobre papel, “Servicio de palomas mensajeras” de Verónica Gómez, un mundo con códigos propios, la sucesión de escenas de películas argentinas en las que una carta en manos de Mecha Ortiz, Analía Gadé, Mirtha Legrand y otras estrellas de entonces, es protagonista.
Es significativa por la narración y las reflexiones sobre la obra de artistas importantes como por ejemplo, Dalí, Duchamp así como sobre la propia del artista conceptual Eduardo Costa, que actualmente vive en Buenos Aires.
Dejamos para el final el desplazamiento nostálgico al ritmo del jazz de una modelo por los inmensos y laberinticos espacios antes de ser “ocupados” por los artistas, un atrapante video proyección de Delia Cancela.
Estudio Abierto, una experiencia multisensorial que además de artes visuales ofrece ciclos de música, performances, videos que pueden verse sentados, detalle muy importante dada la experiencia por Bienales, espectáculos de teatro, charlas, excelente montaje y circulación, folletería explicativa y que se complementa con recorridos por talleres de artistas de la zona así como por edificios históricos. Entrada gratuita. Hasta el 3 de diciembre de 12 a 24.
Publicado en Ámbito Financiero 24/11/06
Exhaustiva muestra de Deira en Bellas Artes
Ernesto Deira (Buenos Aires 1928- Paris 1986) dividía su tiempo entre la abogacía y la pintura hasta que las horas que dedicaba a pintar prevalecieron sobre una profesión que, según sus palabras, “lo abandonó”.
Confesó su terror sobre la tela en blanco, su ignorancia respecto a lo que sucedería en ella así como su duda acerca de si algo sería digno de ser conservado.
La exposición retrospectiva, la más exhaustiva desde la realizada en 1985, inaugurada en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473) desmiente rotundamente esa duda existencial. En primer lugar, revela sus sentimientos, sus impresiones, su sentir respecto a los eternos problemas que acosan al ser humano. Y sobre todo la libertad con la que se manifestó plásticamente, sentimiento compartido con el Grupo “Otra figuración” (Noé, Macció, De la Vega), que revolucionó nuestro medio artístico por su audacia.
Esta expresión integral reúne 122 obras entre pinturas, dibujos y grabados provenientes de colecciones públicas y privadas, muchas de las cuales se exhiben por primera vez. Bajo la curaduría de María José Herrera, un equipo de investigación egresado de la Universidad de Buenos Aires trabajó juntamente con los especialistas del Museo, que en su mayoría no conocieron al artista, pero que lo abordan con la mirada y lenguaje contemporáneos a través de sus investigaciones exhaustivas.
La muestra se divide en núcleos: “La guerra”, “El retrato”, “La neofiguración”, “La escritura”, “Los años 70” y “La década del 80”. El primer núcleo (obras entre 1961-66), remite al Holocausto con un tratamiento cercano a las pinturas negras de Goya, y en la serie “Campos de concentración” comienza su compromiso sobre conflictos morales y sociales, también expresado en “Bloqueo” y “Homenaje a Vietnam”. Los Retratos realizados en diferentes épocas tienen influencias tanto informalistas, surrealistas y hasta del Pop Art. O como “Sin título” (1968), aquí reproducida, en la que se muestra ese interior del ser, el recorrido de la sangre por sus entrañas. En otros, la violencia y la censura presentes, de allí los ojos vendados y las bocas amordazadas.
“La Neofiguración”, según sus palabras del catálogo de Peuser en 1961: “no constituimos un movimiento, ni un grupo, ni una escuela… Sentimos la necesidad de incorporar la libertad de la figura”. Este núcleo comprende obras entre 1963 y 1965, movimiento culminante de estos “Cuatro jinetes del Apocalipsis” como lo calificó alguna vez el crítico Jorge Feinsilber, hasta su separación en septiembre del ’65.
En “9 variaciones para un bastidor bien tensado”, Deira abordó la fragmentación del cuerpo así como su constante preocupación por el eje de su obra, el hambre, el entorno histórico, político, social desde una visión crítica. La escritura es un elemento casi permanente, no siempre legible, se asemeja a garabatos como resultado de un impulso gestual que forma parte de la estética Deira. Grafismos, frases, poemas, referencias literarias, por ejemplo, “En torno al pensamiento A” (1964), los célebres “Rollos desenrollados” (1968), los homenajes a Oliverio Girondo y Alejandro Pizarnik. Nada más apropiado que citar a Noé cuando dice: “Su dibujo es una forma de ser de su pintura y su pintura es una forma de ser de su dibujo”.
El núcleo “Los setenta” abarca distintos momentos de la década que Deira pasó entre Buenos Aires y Paris. Se ha reconstruido a través de documentaciones, la serie “Identificación”, que presentará en 1971 en la Galería Carmen Waugh, figuras mutiladas dispuestas sobre fondos negros. En “Los ochenta” aparece el colorista que se deleita en planos de colores cálidos, la fragmentación siempre presente pero los cuerpos son estilizados, los miembros alargados que van más allá del marco, quizás un momento de equilibrio, de armonía, de serenidad.
Deira fue un hombre de gran cultura, amante de la música, la filosofía, interesado en las religiones, temas “citados” por el artista en una obra que aún provoca la conmoción de sus inicios, la admiración por su libertad creadora, el contenido más vigente que nunca acerca de su convencimiento de que “aventurarse en el arte era aventurarse en el hombre”.
Acompaña la muestra un libro con una presentación de Américo Castilla, actualmente Presidente del Comité Asesor del MNBA, amigo de toda la vida, su abogado defensor cuando en la época de Onganía lo retuvieron en Departamento de Policía hasta que accediera a cortarse el pelo.
Asimismo, ensayos medulares, una cronología exhaustiva documentada a cargo de María José Herrera, Mariana Marchesi, Viviana Usubiaga, Adriana Laurenzi, reproducción de las obras exhibidas y reveladas, una entrevista a Luis Felipe Noé de Clelia Tarico y Silvana Varela. Eduardo Montes Bradley produjo un documental que se proyectará en forma permanente.
Esta exhibición coincide con el 110 aniversario de la creación de nuestro museo mayor, y los 75 años de su Asociación Amigos que apoyó el proyecto. Para celebrar.
Publicado por Ámbito Financiero 1/12/06