12 julio, 2013

Fernando Botero en MNBA

Por Laura Feinsilber

Cincuenta dibujos de la colección personal de Fernando Botero (Medellín, 1932) fueron seleccionados por el artista y Teresa Anchorena, amiga personal y curadora de la muestra que se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Están agrupados en cuatro capítulos: Vida Latinoamericana, Toros y Violencia, Acuarelas y Grandes Formatos, Música y Circo.

Botero utiliza acuarela, lápiz, pastel, tinta, carbonilla sobre papel y tela, sanguina sobre tela con los que revela su línea segura, los contrastes de luz y sombras, los grises quebrados por algún toque acuarelado, en algunos casos un dibujo a manera de boceto, en otros, muy trabajado.

Botero buscó el rigor del Quattrocento italiano, su color, confesó, es italiano, Piero della Francesca, su referente, Velázquez, Goya, Ingres, fueron “visitados” , compartiendo con ellos muchas horas- museo.

Es creador de una imagen inconfundible, de un universo de personajes recurrentes: mujeres inmensas, de ojos, bocas y senos pequeños. Generales, obispos, políticos, reyes, toreros, jugadores, saltimbanquis son objeto de su fina ironía y tratados con benevolente sentido del humor sin caer en la caricatura.

La rotunda corpulencia de las figuras nace de su obsesión por el volumen, no en vano, trasladó su imagen a la escultura de carácter monumental. Buenos Aires recibió en generosa donación un torso masculino en bronce emplazado en el Parque Thays.

Esta inmensidad corporal nació de una revelación: “Dibujaba en un mediodía de sol una mandolina. Imprevistamente me di cuenta de que había dibujado el agujero de la caja muy pequeño. El instrumento se había hecho, de ese modo, enorme; su volumen, con un simple gesto, había cambiado”.

Todo su mundo figurativo es redondo, sensual, erótico, exuberante, tanto las figuras como sus naturalezas muertas, los caballos, los toros.

Observar su obra es recorrer la historia del arte, por ejemplo, “Mujer en la playa” (2002) remite a algunos desnudos de Picasso así como “La Estocada” (1991) a uno de los temas favoritos del malagueño, la tauromaquia.

Pero también reivindica sus orígenes cuando dijo: “Yo quiero ser capaz de pintar todo, hasta a María Antonieta, pero con la esperanza de que todo lo que yo haga, esté impregnado del alma latinoamericana”.

Por eso podemos ver las calles empedradas de Medellín, sus techos de tejas, bodegones suntuosos, las mascotas desproporcionadas respecto a las figuras, niños angelicales, la pareja que baila que no podría pertenecer a otra geografía, la mujer que abraza a sus hijos o la angustiosa imagen de “Desplazado” (2004), aunque actualmente esta imagen se ha vuelto universal, o la señora burguesa típica de pueblo con guantes y vestidito floreado sobre la que el artista echa un manto de ternura.

Estos personajes conllevan, más allá de su aparente inocencia, una crítica social, porque no todo es tan alegre, ya que siempre se comprometió con los desamparados , los oprimidos y la gente común.

Ante lo absurdo de la guerra y la violencia, Botero , en 1973 pintó un trágico cuadro, “Guerra”, un fondo gris en el que se apilan cadáveres ensangrentados de hombres, mujeres y niños en respuesta a la guerra de Yom Kipur entre Israel y los árabes, a fines de los 90 se hizo eco de las llamadas guerras de los carteles del narcotráfico asolaban a Colombia , serie que donó al Museo Nacional de Colombia en Bogotá y al Museo de Antioquía en Medellín.

Estas obras son anticipatorias de otras que se refieren a gran parte , según lo expresara, de “nuestro folklore negro” y también de una terrible serie realizada entre 2004 y 2005, cincuenta telas y dibujos centrados en los horrores de la cárcel de Abú Graíb, una audaz y espeluznante proclama artística que el artista basó tanto en material fotográfico como en testimonios escritos, reaccionando con un grito apasionado ante un tema que desató la polémica mundial.

Botero desarrolló su personal estilo a contramano de las corrientes dominantes, realiza personalmente sus obras, es contrario a ciertas manifestaciones artísticas contemporáneas que necesitan de talleres con muchos ayudantes y a pesar de su alta cotización no coincide con la idea de que el mercado todo lo rige.

Publicado en Ambito Financiero