31 marzo, 2025

Huellas compartidas en OTTO Galería

Por Laura Feinsilber

“Huellas compartidas – homenaje a Daniel Callori” (1982-2019) no es solamente un homenaje a este artista argentino sino también una celebración de la pintura  como medio de conexión y transformación,  según el director de la galería, Eugenio Ottolengui que ha reunido a tres artistas que compartieron su amistad y gravitaron en su camino creativo.

Se trata de una rigurosa selección de obras de Carlos Arnaiz, su maestro, Mónica Canzio  y Roberto Elía (1950, fallecido recientemente el 24/3 /2025).

Callori , graduado en la Escuela Manuel Belgrano y en el IUNA, expuso periódicamente desde 2005 en la Fundación Esteban Lisa, Praxis, Centro Cultural Borges,  Centro Cultural San Martín. “Empecé a dibujar a los 10 años en un hospital, dentro de una estructura metálica con plásticos ya que sufría de anemia de Falconi,  enfermedad de la sangre descubierta en 1927. Dibujaba lo que veía, además de colocar la pintura entre dos vidrios diminutos que se usan en los microscopios, tuvimos ocasión de verlos durante nuestra visita a la galería lo que provocó nuestra emoción al constatar  la densidad de los colores.

En un texto de Herminda Lahitte para una muestra titulada “Antídoto” en 2014 lo describe así: “la sangre , como única materia palpable, se sentía salir del cuerpo hacia el exterior y se pegaba entre dos vidrios, se desparrama, cambiando su color, su temperatura, convirtiéndose en otra cosa”.  Hay rojos en Callori, como señaló Kandinsky, en ellos  ardor y efervescencia, una fuerza masculina,  puede vibrar con  decisión , suena triunfal. En los amarillos, estos se precipitan sobre el objeto y se expanden,  desordenados. El azul se intensifica y se hace más profundo al ensombrecerse, el negro, un final para siempre.

Pablo Gianera, señaló que el poder de Callori se oculta en la abstracción y que fue  capaz de pintar su enfermedad.

Para nosotros,  un descubrimiento conmovedor.

En cuanto a Roberto Elía (1950 , acaba de fallecer el 24 /3/ 2025) hacía mucho tiempo que no se veía su obra, le fue otorgado el Premio Braque en 1980, en 1992, ganó el Manuel Belgrano y en 1995 el de Pintura del Centro Cultural Recoleta.  Fue ganador de la Beca Guggenheim expuso en  Francia y es considerado un artista de culto. Recordamos una muestra  de 2003 “El laboratorio de Roberto Elía” que era un viaje hacia la introspección , al silencio, al goce de lo austero. Elementos: un sombrero y una percha de la que colgaba un impermeable. Imposible no asociarlo con Joseph Beuys, un soporte para un lápiz en el que estaba grabado el título de la muestra, una delgada colchoneta doblada, cartones con los nombres de Beuys, Duchamp, Arlt, Xul,  Macedonio , Cortázar, Foucault,  círculos en papel, un pan con toda su carga religiosa.

Para acceder a su obra recurrimos a ciertas premisas taoístas: “Las cosas son el nombre que tienen  ¿Qué son? Son lo que son ¿Qué no son? No son lo que no son y  nada hay que no pueda ser algo”. Invitaba a detenerse, a meditar y quizás encontrar la claridad.

Varios críticos y escritores como por ejemplo, Daniel Gigena , se han ocupado de la obra de Carlos Arnaiz nacido en Buenos Aires en 1948.. Se refiere a sus gestos que “se asemejan al movimiento que el viento introduce en un bosque, entre las ramas de los árboles o al curso inquieto de un hilo de agua entre las plantas, los matorrales y las flores”.

Matías Serra Bradford en 2019 señaló que los cuadros planean sin centro o con un centro en continuo desplazamiento. Uno podría contemplar cada cuadro como compuesto por frutos pintados, cada uno de un color diverso, puestos a secar al sol. Provoca encuentros con el color , barridos de espátula y brocha”.

En 2016 con motivo de una muestra en La Galería Jorge Mara titulada  “De Natura” comentada en  esta columna,  “Entramos al jardín de Carlos Arnaiz . Un osado que se atrevíó con este tema en pleno auge de tecnologías varias. Muchas flores se han pintado a lo largo de la historia del arte, hoy considerado un arte menor pero las de Arnaiz son formas a partir del color. En realidad, para ser breve y concisa, es la pintura y punto. Un jardín que de apoco iba revelando sus secretos”.

Mónica Canzio  (Buenos Aires, 1959) se formó con grandes maestros de la escultura, entre ellos, Carlos Spagnuolo, Rubén Locasso y José Novoa.  Durante 10 años participó de la convocatoria anual que hacía Nelly Perazzo  en los jardines del Museo Larreta, un acontecimiento que debería retomarse, del que surgieron importantes nombres en esta disciplina Formó parte del Grupo UDE  (Unión de Escultores). Intervino en importantes muestras colectivas e individuales. Entre sus premios:  el Gran Premio de Escultura del Salón del Mar, el Segundo Premio de Escultura del Manuel Belgrano.

Ha abordado la joyería, la cerámica, y sus dibujos, de gran pregnancia, son preparatorios y también autónomos  para sus esculturas como puede verse en esta muestra homenaje a un artista  sensible , que revela la emoción de la amistad y el arte compartido..

Paraná 1158.  De martes a viernes de 15 a 19hs.  

Publicado en www.ambito.com.ar (31/3/25)

Portada: CALLORI, Daniel | Zen, cleo sobre tela, 160 x 120 cm, 2017

Atardecer interior, óleo sobre lienzo, 140 x 104 cm