1 septiembre, 2011

Libro “Gurvich-Viajes por el tiempo judío”

Por Laura Feinsilber

La presentación del libro “Gurvich-Viajes por el tiempo judío” en el auditorio de la Asociación Amigos del Museo de Bellas Artes constituyó un acto de honda espiritualidad totalmente alejado de todo convencionalismo. Su autora, Alicia Haber, historiadora de arte y curadora uruguaya, especializada en arte contemporáneo con particular énfasis en arte uruguayo, es egresada del Instituto Artigas, estudió en la Universidad de Illinois, obtuvo dos becas Fulbright y en la Rockefeller Foundation, y desde 1997, dirige el MUVA (Museo Virtual de Artes de El País).

Convocados por Martín Gurvich, hijo del artista, disertaron la autora del libro, el crítico de arte Julio Sapollnick y el filósofo Santiago Kovadloff. En primer lugar, Martín Gurvich pronunció emocionadas palabras en memoria de su madre, Julia Añorga de Gurvich, Totó, fallecida recientemente, que dedicó su vida a acompañarle así como a preservar y difundir su obra con gran devoción.

Alicia Haber, que ya escribió dos libros sobre el artista, enfoca en esta obra mayúscula al Gurvich nacido en 1927 en Yezne, una aldea de Lituania, al que se crió en un barrio de judíos inmigrantes en Montevideo, al que su madre le enseño el idish y el conocimiento de la mitología judía, al que llegó a la Israel utópica idealista de los 50, mundo que ya no existe.

Es este un momento de quiebre, su iconografía ligada al mítico Taller de Torres García cambia, el kibutz lo conmueve.

Haber rastrea el origen de la identidad del artista, viajó por los diferentes lugares en los que Gurvich vivió: Suiza, Bélgica, el kibutz Ramot Menashe en Israel, Nueva York donde falleció repentinamente en 1974. Mantuvo intensas conversaciones con Totó, investigó archivos familiares, relevó colecciones privadas, entrevistó a amigos y compañeros. “Me ví envuelta, con entusiasmo renovado, en estudios de simbología, lecturas sobre las festividades, exégesis bíblica, revisiones sobre el kibutz, el sionismo. Y continué por un sendero de aprendizaje, activé una de mis identidades sobresalientes, la judía”, confiesa con gran intensidad.

Las ilustraciones del libro documentan la creatividad de este trascendente artista imbuida de judaísmo, muchas de ellas fueron expuestas en una muestra en el Museo Gurvich de Montevideo y a las que nos referimos en agosto de 2010 cuando Ambito Financiero fue especialmente invitado a la inauguración.

Pero Gurvich, gracias a su cultura y espíritu abierto, también recurrió a temas cristianos, por ejemplo, los siete pecados capitales, la parábola de los ciegos, “fue un artista que incluía, no excluía: sumaba, incorporaba, y englobaba con espíritu local, particular y universal”.

Julio Sapollnick recordó un mandato Exodo 31.2.5: Adonai le dice al primer orfebre “Se un artista, crea con tus manos, con tu inteligencia, en cualquier lugar de la tierra” Gurvich así lo hizo, un mandato que puede relacionarse con “Aprender, aprender, aprender, una de las claves de la supervivencia judía”, según el célebre ensayista ucraniano Ahad Ha- am.

También evocó su vida en el campo como pastor de ovejas y enfatizó acerca del amor en la obra de Gurvich en la manera en la que Chagall lo pinta, de allí mucha de su influencia en obras de colores brillantes que tienen a la pareja como protagonista, construidas desde la gracia y también aquellas en blanco y negro, con rayitas, parejas cósmicas pletóricas de simbología. O como desde el humor, por ejemplo, el célebre cuadro “¡Qué pesado es ser judío!”, óleo sobre tela (1974), frase tomada de Shalom Aleichen (1859-1916) uno de sus autores favoritos, y que luego se popularizó en referencia a la condición de judío en la diáspora.

Ante la inevitable pregunta para qué sirve el arte, Sapollnick señaló que sirve para contemplarlo, lo que implica enamorarse.

Santiago Kovadloff comprendió la vibración en el auditorio que de alguna manera, según sus palabras, estaba arrebatado, es decir, sustraído, honrando la cercanía de la pintura de un artista de gran versatilidad, de gran variedad de recursos formales, de gran fantasía y riqueza expresiva y “a pesar de que plasmó mundos imaginativos, la realidad cotidiana tuvo en su producción un protagonismo esencial”. La obra de Gurvich: un canto a la alegría de vivir y su complejidad y entre otros profundos pensamientos acerca del existir señaló: “las vidas humanas son muy breves y en el caso de Gurvich, debe ser considerada por su intensidad, ya que extenuó su tiempo en la creación”.

Un libro en el que un hombre es “habitado”, es decir, escrito desde su mundo. Un libro para celebrar y honrar la obra y vida de un artista que, según la autora, proseguirá con otras investigaciones y otras interpretaciones”.

Prefacio por Martín Gurvich, prólogos por Felipe Arocena y Gerardo Gaetano, textos de Nisso Acher, Joséphine Balken, Isaac Margulies y Manuel Tenenbaum.

Impreso en Ronor, Buenos Aires, Argentina , 600 páginas.

Publicado en Ambito Financiero