2 noviembre, 2020

Texto completo publicación TEMAS

Por Laura Feinsilber

“Temas” 2019 publicación anual de la Academia Nacional de Bellas Artes, acaba de editarse bajo el título “Vestigio y protoforma en el arte contemporáneo”, ocho ensayos  a cargo de miembros de la institución e invitados especiales.

En el texto introductorio, su presidente, Guillermo Scarabino, se refiere a los términos del título ya que “el vestigio aparece como una alusión al pasado y la protoforma como una promesa de futuro”.

 El arquitecto Antonio Sergio Antonini, titula su texto “Orígenes y tránsito a la contemporaneidad” en el que sintetiza la historia de la arquitectura moderna y analiza  figuras innovadoras como Le Corbusier, Gropius, Mies van der Rohe, la influencia de la Bauhaus.  La arquitectura y las artes de nuestro período contemporáneo se nutren de los movimientos pasados pero las nuevas tendencias son definidas gracias a la tecnología con la que hoy puede abordarse la creación arquitectónica.

Sergio Baur,  ilustra “Trazos de la prehistoria: artistas modernos y contemporáneos” con obras que Louis Figuier publicó en 1873 en “L’Homme Primitif”. Los primeros modernos fueron quienes le dieron acceso al arte prehistórico y al primitivo en sus talleres, por ejemplo,  André Breton que reunía obras de Picasso, Matta, Giacometti, Lam, con objetos provenientes de América y Oceanía. Este diálogo entablado entre el arte de nuestros antepasados con los de la modernidad permite “acercarse a los objetos obsoletos que se convierten en los fósiles de nuestra civilización”.

El arquitecto Alberto Bellucci,  apela a la poesía de Shakespeare, Borges, Machado, Basilio Uribe, Amado Nervo, Petrarca, para acompañar sus paseos tempranos por la playa con su cámara fotográfica.

Registra las huellas de un tridáctilo, la imaginación lo lleva a la probable pisada de algún dinosaurio perdido en la arena, a descubrir jeroglíficos y grafismos de civilizaciones remotas, las huellas de un cuatriciclo que dibuja geometrías. Diez vestigios poéticos que remiten al mar, la arena, la quietud, lo desconocido, el arte y el hombre.

Gracia Cutuli,  dedica su texto “Encarceló su locura, libró su arte”  a Arthur Bispo do Rosario (Brasil, 1911-1989), un caso de esquizofrenia paranoide cuya vida transcurrió en la Colonia Juliano Moreira.  Relata cómo este artista cumplió su misión divina: bordar ropas y lienzos, convertirlos en mantos y estandartes, hacer ensamblajes con materiales deteriorados.  A través de su arte conmovedor  Bispo administró su propia locura dando sentido y coherencia a una vida que estuvo muchas veces al borde del abismo.

“Sobre huellas y vestigios en la obra de José Alberto Marchi” es el resultado de un encuentro en su taller entre Graciela Taquini, su colega académica, Daniel Varela  y Omar Carrado, ambos expertos en música. Su obra de los comienzos era figurativa, muchos personajes, generalmente un atelier,  tema principal: la pintura, la enseñanza y el aprendizaje. Vestidos con guardapolvos blancos, los estudiantes estaban en algunos casos unidos por una soga, elemento inquietante, en suma, una visión decimonónica inspirada en fotografías del siglo XIX. En otro momento, influenciado por la filmografía de Tarkovski, el fuego se convierte en protagonista.

De esta figuración a la casi desaparición de la imagen,  como puede verse en obras de la primera década de 2000, óleos sobre lienzo del siglo XVII, a la manera de sudarios. En los últimos tiempos trabaja sobre tablas encontradas, sólo se ven rastros, huellas, vestigios de pinturas de tiempos pasados que evocan el silencio.

Elena Oliveras inicia “El vestigio en el arte contemporáneo” citando al filósofo francés Jean- Luc Nancy que se pregunta sobre “lo que queda del arte en un mundo donde este concepto da claras pruebas de agotamiento”. Analiza las obras de los argentinos Ana Tiscornia, Jorge Macchi, Diego Bianchi, Leopoldo Estol, Carlos Herrera y  Enio Iommi a quien califica de “implacable antecesor” y que  responden a la trayectoria del construir y su progresivo deterioro, la recolección de materiales de descarte, es decir, lo que sobra, lo repulsivo y lo relacionado con la fealdad. El arte como vestigio, la retirada de la imagen, la desaparición del Gran Arte, el exceso de arte y en palabras de su autora “nuestra época, productora de desperdicios, el arte los recupera”.

Nelly Perazzo- Alejandro Schianchi  escribieron conjuntamente “El vestigio y el sentido” texto en el que analizan los collages del alemán Kurt Schwitters (1887-1948), las obras  del gran contestatario  belga Marcelo Broodthaers (1924-1976) y del argentino Villar Rojas cuya instalación en la terraza del Met neoyorkino durante 2017 incluía fragmentos y reproducción de su patrimonio en 3D que evitaba una sectorización museística condicionante. Otro elemento tecnológico: “machine learning” y el uso de inteligencia artificial  pueden producir un “nuevo Rembrandt” así como retratos en pantallas electrónicas en tiempo real.

El último texto “Kandinsky (1866-1944)-  Antes y durante el alba abstraccionista”  fue escrito por Jorge Taverna Irigoyen (1934-2020). Recorre la vida de un artista que transita por una época revolucionaria de las ideas en las sociedades, de los textos y de las formas.   En 1914 Kandinsky reconoce las tres fases de su búsqueda: niñez y juventud, un aficionado. La de sus estudios en la que sus impulsos cobrarían una forma más definida y la época en la que adquirió conciencia de que la forma real era para él, superflua. Un artista que a lo largo de su vida dejó huellas, vestigios. “Había puesto de pié a la abstracción”.

Publicado en Ambito Financiero (2/11/20)