10 julio, 2018

El elogio de la sombra en Galería Jorge Mara

Por Laura Feinsilber

En 2009 visitamos una muestra en el  Museo Thyssen Bornemisza  (Madrid) dedicada a la representación de la sombra en el arte occidental que la abordaba desde el Renacimiento.

Es precisamente en este período cuando la sombra hace su aparición y un siglo más tarde se la vincula con la perspectiva.

Entre los artistas del 400, Lorenzo Lotto, Carracci la trataron en el tema de La Anunciación, los tenebristas del Barroco explotaron sus espectaculares posibilidades, sirvió para enfatizar la presencia sagrada y su influencia en la vida cotidiana.  No se puede olvidar a Rembrandt, a  Goya y la estética de lo siniestro, los simbolistas, y así podríamos seguir ad infinitum por distintas etapas del arte sin dejar de lado su protagonismo en la fotografía del siglo XX.

Pero Jorge Mara nos sitúa en otra dimensión  cuando convocó a varios de los artistas de su galería para interpretar un libro del escritor japonés Junichiro Tanizaki (1886-1965), “El elogio de la sombra” cuya traducción al inglés data de 1977 y que encontrara en una librería de Tokio hace alrededor de treinta años.

Según el texto de su autoría que acompaña la muestra, Mara señala que para Tanizaki, “la sombra realza el objeto o su entorno, especialmente en la arquitectura, aportando ambigüedad y misterio.

La sombra ennoblece el objeto y lo distingue, es enigmática, promueve el silencio y la reflexión aporta sosiego, serenidad y calma”.

Esta serenidad y calma se percibe en las fotografías de Hiroshi Sugimoto (Tokio, 1948, vive en Nueva York) cuya serie de fotografías de distintos mares del mundo  ocupa la pequeña sala del fondo de la galería. Blancos , grises, negros,  no los ilustran, sólo una línea de horizonte divide la imagen en dos, captando la luz , la atmósfera.

Las fotografías de Sameer  Makarius (Egipto, 1924- Buenos Aires, 2009) y algunas de sus célebres fotos de calles de  Buenos Aires que aportan una cuota de nostalgia, así como  el Buenos Aires pujante y cosmopolita de Horacio Cóppola (Buenos Aires, 1906-2012) y también su Autorretrato de 1931 , la mitad de su cara en la sombra.

Lucía Mara y la transparencia de un paisaje a través de las gotas de lluvia sobre un vidrio, una foto de tono más íntimo, impresión  glicée sobre papel de algodón, lejos de sus fotos de carteles rasgados y los paisajes de Daniel Ackerman que provocan la duda,¿ son o no fotos? En la vereda de enfrente exhibe   “Fotografismos” en la Galería Otto. Vale la pena cruzar para comprobarlo.

Vayamos a los pintores: Clorindo Testa  y “Círculo N°4, óleo s/tela de 1964, denso cromatismo, Carlos Arnaiz, óleo s/papel de 2018 con sus manchas que se despliegan verticalmente en un intenso contrapunto de grises y negros.

Eduardo Stupía , tintas s/papel , 2017, tituladas “Fósil”, no presentan el famoso horror vacui, parecen el resultado de capas arqueológicas superpuestas, un conglomerado de infinitos matices de grises y negros. Mágico el “azul” conseguido por Juan Andrés Videla que alude a supuestas  noches cósmicas, refinadas acuarelas de Fidel Sclavo , lo caligráfico y lo matérico de Kazuya Sakai (1927-2001) se conjugaron en esta obra de 1964 que respondía al expresionismo abstracto y el informalismo tan característico de ese entonces. Sugestivas formas de Daniel Callori y la clausura de la imagen , ilustraciones de libros antiguos, por densas manchas negras  de Kirin, completan esta muestra  tanto visual como literaria con un tema que ha fascinado tanto a poetas como pintores.

Publicado en Ambito Financiero