20 diciembre, 2017

Nora Correas – María Negroni . Casa de Victoria Ocampo

Por Laura Feinsilber

Hay obras que no se olvidan, por ejemplo, “Veo-Veo” la instalación de 1994 que Nora Correas presentó en el Museo de Bellas Artes con motivo de su retrospectiva (1999-2000).

Muchas lecturas ofrecía esta instalación: un coche de bebé dorado, lingotes de oro, ambos sinónimos de poder hace varias décadas. En lugar del bebé, cientos de cucarachas.  Según sus   declaraciones de entonces “nos van a sobrevivir tanto sea en el desierto como en los hielos, resistentes a los desastres naturales o nucleares”.
Había también fotografías de 250 niños que parecían preguntarnos acerca del mundo que los rodeaba y poesías de Rudyard Kipling y María Negroni.

En esa muestra, curada por Corinne Sacca Abadi, fallecida prematuramente, se exhibía una serie “Adiós”, cajas de extinguidores de incendios donde en su interior se desarrollaban extrañas escenas.

Nora Correas ha decidido mostrarlas otra vez y otra vez en compañía de María Negroni bajo el título “Pequeños Reinos”.

La conjunción artista visual y poeta se materializa en un libro editado por Eduntref (sello de la Universidad Nacional de Tres de Febrero) en el marco de la Bienal Sur, y en cuyo prólogo  Noé Jitrik  señala que “lo que  hay es diálogo de artes mayores, no mera ilustración, ni siquiera recíproca: los poemas no ilustran la gráfica, la gráfica no interpreta los poemas”.

Los bebés , las muñecas, las abejas en acrílico transparente, los barquitos de papel, las flores, los pájaros, los botones, los dientes ubicados estratégicamente como fondo, las niñas que juegan a la gallina ciega, nada es inocente. Es un compendio de recuerdos,  anécdotas,  fantasías, dolores, penas, juegos, ausencias, miedo, muerte.

 Una revisión de su historia personal, la de tantos otros, la de los contempladores, que nos habita.

La obra de Nora Correas es inquietante y revela con apariencia de inocencia todo lo que ocultamos.

En cuanto a María Negroni, “érase una vez un jardín/ o algo parecido a un jardín/ donde la noche ocurría / sin ser vista….”

“¿a quién le importa/la cicatriz de un cuerpo?…”

“hubo una casa azul/y una puerta azul/ y un paisaje azul/en algún lado/ este argumento bastaría /para justificar una existencia…”

“todo nos será dado/a su debido tiempo/el hambre y el asombro/el difícil amor…”. Apenas unos fragmentos de esta poeta mayor que entreteje con Nora Correas un hermoso libro-objeto para atesorar.

 

Publicado en Ambito Financiero