7 junio, 2015

Alberto Greco en Klemm

Por Laura Feinsilber

Alberto Greco (Buenos Aires, 1931-Barcelona, 1965) fue uno de los artistas más audaces y originales desde la segunda mitad de los 50 y primera de los 60.

Su vida errante, aventurera, provocativa, era su obra. De allí que Antonio Saura señaló que “cada obra de Greco es, en sí misma, un fragmento de vida pero también parte de un todo inconcluso, proliferante y generoso, y como la vida misma, un lugar de encuentros y de experiencias, un espacio en el que se reúnen azarosos acontecimientos, lúcidas afirmaciones, dramáticas situaciones y alzamientos bienaventurados”.

Alberto Greco vivió en Buenos Aires, París, San Pablo, Roma, Nueva York, Madrid. En todas dejó una profunda huella entre los que lo conocieron. Fue escritor, poeta, su correspondencia fue abundante, también escribió cuentos y una novela “Besos Brujos” en 1965.

Es este precisamente el título de la muestra con la que la Fundación Federico Jorge Klemm le rinde homenaje. Redactado en Ibiza durante un tormentoso verano de 1965 es una suerte de testamento ya que el 12 de octubre de ese año se suicida ingiriendo varios frascos de barbitúricos. En su mano izquierda escribió la palabra FIN mientras escribía hasta perder la conciencia.

Esta obra está considerada como un curioso collage de escritura, a la manera de un diario en el que se encuentran numerosas pistas sobre las circunstancias que lo llevaron al suicidio.

Como antecedente de inclusión de la escritura en la obra pictórica puede remontarse a Picasso, Braque, Motherwell, Dubuffet, Twombly, por sólo señalar algunos casos, pero en Greco está alejada de todo esteticismo. Aparece fragmentada, mezclada con imágenes y colores, más bien, detrás de manchas, grafismos, escrituras, datos, retratos, un flujo caótico, no fácil de seguir literalmente.

Greco pasó por la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, el taller de Cecilia Marcovich. Se instaló en París, pintó “cosas abstractas”, expuso obras que remitían a famosos como Klee, Fautrier, Hartung.

Hacia 1959, ya en Buenos Aires, integró el Movimiento Informalista, pintó telas oscuras, my matéricas que a veces dejaba a la intemperie a merced del viento, el hollín, la lluvia y su orina que según él , las modificaba.

Para Greco no existían normas artísticas o convenciones, creía en la pintura grito, en la pintura aventura.

Hacia 1961 se había convertido en un personaje de leyenda, según Noé, “Greco era la liberación del prejuicio”.

Y así podríamos llegar a sus acciones que denominó Vivo Dito, es decir, señalizar a una persona y marcarla con un círculo de tiza a su alrededor. Gran escándalo en Roma , acusado de blasfemia por “Cristo 63”, considerada una teatralización herética.

Se refugia en Madrid y se relaciona con Manolo Millares, Eduardo Arroyo, Antonio Saura con quien pintó algunos cuadros que se referían al asesinato de Kennedy. En Nueva York realizó una acción en la Central Station, se entrevistó con Marcel Duchamp y en Madrid en 1964 realizó una acción con el grupo musical de vanguardia Zaj, influenciado por el neodadaismo, el Zen y el pensamiento del compositor John Cage.

Después Ibiza. Después Barcelona. En el manuscrito “Besos Brujos” cuenta su amor no totalmente correspondido por Claudio Badal y donde dice: “Ya llegó el momento de morir. Aunque hoy tengo muchas menos ganas que ayer. Pero quiero que quede bien sentado que lo hago como resultado de mi relación frustrante con Claudio…”

Jugó con la muerte hasta que ella llegó convirtiéndolo en un mito, un verdadero artista mito.

Se incluyen registros fotográficos, pinturas, dibujos, tintas, gouache s/papel, Besos Brujos

( novela plástico- performática) pertenecientes a colecciones privadas y el audiovisual de 22´29´´, idea de Adriana Lauría, curadora de la muestra.

Publicado en Ambito Financiero