Las visiones arrolladoras de Susana Rodríguez
Las visiones arrolladoras de Susana Rodríguez
Hace varios años que acompaño la labor artística de Susana Rodríguez y me alegra señalarlo. Desde sus “Escrituras” en grafito que aludían a signos no fáciles de decodificar, transformaciones, mutaciones, fragmentos, a sus técnicas mixtas de barrocas y eróticas flores carnívoras que se encadenaban ininterrumpidamente en colores muy cálidos que desocultaban su visión onírica.
Si hay algo a lo que Susana Rodríguez se ha opuesto desde siempre es al cliché, a la repetición peligrosa de fórmulas probadas. Gracias a su mirada crítica ha luchado contra ello.
Más adelante realizó una serie “La Piel del Tiempo”, obra autorreferencial de lugares y seres caros a su memoria, en la que sobrevolaba la nostalgia y la melancolía.
“Extrañas Visiones”, otra serie importante, de connotación visceral, un universo de vegetaciones de intrincadas formas, una suerte de rompecabezas de intenso y dramático cromatismo. Podríamos enumerar muchas otras en las que siempre le interesó indagar y desarrollar ese cúmulo de relaciones constitutivas que van a resultar en un nuevo hecho pictórico.
Actualmente ha vuelto a sus “Visiones”, esta vez sin el adjetivo extrañas. Titula sus obras : “Explosión”, “Alegría de Aurora”, “Bosque Mágico”, “Paisaje Lunar”, “Misteriosa Luz”, Memorias de la Infancia”, “Paisaje Solar”. Títulos que son convenciones pero que también ayudan a concentrarse en la obra en sí.
¿Qué vemos? Pintura en estado de ebullición, fuerzas arrolladoras que convergen en un centro lumínico que las atrae. Y a pesar de los títulos, no hay casi referencias narrativas ni figurativas, no hay ningún relato, pero como señala Gilles Deleuze, “las narraciones y las figuraciones existen, son datos, y ahí están sobre la tela”.
Es pintura. Aún en tiempos desencantados, logra la ilusión de que la pintura no se ha banalizado del todo. Explora un universo en el que se deja llevar fluidamente por el variado cromatismo, el centro lumínico hipnótico al que aludimos, irradia vitalidad a la propia obra y también al que la contempla, ya que la obra de arte está para ser compartida. Recordamos lo que dijo Arthur Danto: “El público tiene la posibilidad de disfrutar de las mismísimas visiones que experimentan los artistas”.
Pero Susana Rodríguez nos va dar algunas pistas. En un par de obras vemos casas, misteriosas, rodeadas de agua, parecen levitar en el paisaje que las transforma.
La artista las compara con la vida, cambiante y frágil. Quizás sea allí donde se está gestando su expresión futura.
Publicado en Ambito Financiero