4 septiembre, 2017

Stupía en Centro Fortabat

Por Laura Feinsilber

Con una visita no basta. La muestra de Eduardo Stupía (1951) requiere del contemplador “leer” minuciosamente cada centímetro de sus obras que bajo el título de Panorámicas se exhibe en la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat.

La palabra del título, popularmente alude a un panorama, un recorte de extensión visual amplia de disposición horizontal y expandido hacia los costados.

Los grabados que integran la serie Madrid I fueron realizados en aguafuerte y monotipo, los que componen Madrid II fueron realizados en aguafuerte, aguatinta, mordida plana, mordida directa, punta seca y monotipo, estampadas en 2013 y 2016 en la capital española.

Es imposible no trazar analogías cuando se observan detenidamente, puede ser la influencia del título, entonces vemos las oscuridades goyescas, el arremolinamiento de la corrida de los toros y la polvareda, el caos, la turbulencia, palabra usada por la curadora, Verónica Gómez.

Y también son paisajes en los que el grafismo de las partes superior e inferior del soporte,  una línea delgadísima, nos lleva a un centro donde todo se desparrama violentamente, en gestos aparentemente descontrolados.

Cada tanto hay una zona donde se puede respirar.

En Madrid II uno podría quedarse horas recorriendo con la mirada, encontrar rostros, hojas llevadas por el viento, pequeñas figuras humanas, animalitos del bosque, una maraña de formas que se van instalando en el espacio del papel. Alguna vez señalamos que su mano se deja llevar, de repente se detiene, todo parece fluir naturalmente.

Hay un latido interior, un latido que Stupía capta antes de que se desvanezca.

Hay una tercera serie titulada Montevideo, técnica mixta sobre tea que fueron ensambladas en forma de mural en la bienal de Montevideo en 2014.

Estas obras nos hacen pensar en un artista en acción, yendo de una parte a la otra del papel o la tela, siempre un gesto que a veces, puede estar controlado, lo imaginamos en contacto íntimo con los materiales, grafito, pastel, acrílico, óleo,  no importa el orden , tejiendo ese alfabeto tan suyo que no es posible decodificar, por más intentos de asociaciones que se quiera hacer.

Hay unas vitrinas que exponen, a manera de collage, tarjetas postales, fotos,  antiguas reproducciones arquitectónicas, una suerte de rompecabezas en el que intuimos la génesis de un poeta de la línea.

Publicada en Ambito Financiero